Se llamaba Rocío, tenía solamente 19 años y su novio 20. Ella no lo quería, o no quería ser su novia y él lo resolvió descerrajándole dos tiros. Después, se mató.
La que hace el número 49 en algún diario no tiene ni nombre. Era Jeannet, había cumplido 32 años, estaba casada con Leonardo, de nacionalidad boliviana. La arrojó por la ventana de una habitación subarrendada en Villafranca del Penedés. Antes habían discutido. Él ha pasado a disposición judicial.
No es que los hombres maten, sino que "la violencia de género se ha cobrado dos vidas". ¿Quién es la violencia de género? ¿Por qué servicio prestado se ha cobrado el precio? ¿Por qué les cuesta tanto a algunos periodistas repetir una fórmula tan descriptiva como 'Un hombre mata a...'? Da la sensación de que les duele más la repetición constante de la frase que ser fieles a lo que sucede. Los eufemismos son una cortina que envuelve una realidad muy dolorosa. De esa forma no la vemos.
La que hace el número 49 en algún diario no tiene ni nombre. Era Jeannet, había cumplido 32 años, estaba casada con Leonardo, de nacionalidad boliviana. La arrojó por la ventana de una habitación subarrendada en Villafranca del Penedés. Antes habían discutido. Él ha pasado a disposición judicial.
No es que los hombres maten, sino que "la violencia de género se ha cobrado dos vidas". ¿Quién es la violencia de género? ¿Por qué servicio prestado se ha cobrado el precio? ¿Por qué les cuesta tanto a algunos periodistas repetir una fórmula tan descriptiva como 'Un hombre mata a...'? Da la sensación de que les duele más la repetición constante de la frase que ser fieles a lo que sucede. Los eufemismos son una cortina que envuelve una realidad muy dolorosa. De esa forma no la vemos.
12 comentarios:
Vuelvo porque he dudado al escribir el nombre de uno de los homicidas: Leandro. Me parecía que quedaba demasiado familiar, que lo humanizaba. Y algo en mí se resistía a tratarlo como a una persona. Prescindiendo del nombre, se convierte en invisible. Aún sigo dudando de si debo dejar el comentario como está o sin nombrar al asesino.
En la cárcel, un preso veterano se dirige a otro más nuevo:
- Y tú, estás aquí por haber matado a tu mujer, ¿no?
- No, a mí me condenaron por violencia de género.
- Ah, bueno.
Es tremendo cómo esa cortina del lenguaje cae sin que nos demos cuenta. Todos los días me encuentro reescribiendo expresiones del tipo "perdió la vida a manos de...". Y no es el único tema sobre el que cae una cortina, o varias.
Ese invento estadounidense llamado eufemismo lingüísticio nos dice que los "ciegos" han dejado de serlo porque ahora son "invidentes", los "negros" son ahora "no blancos" y los "ladrones" o "chorizos" de toda la vida, ya no lo son "sino que son amigos de lo ajeno".
Que los medios de comunicación se dejen de historias y llamen a cada cosa por su nombre. Los eufemismos pueden estar bien en el arte de la palabra, pero no como código de información. No si no se posee la técnica.
A mí, además de eso, me horroriza profundamente que empleen el término "crimen pasional". De pasional nada, con eso parece que lo justifican. "La quería demasiado". Muy triste
Los periodistas no somos culplables de todo, tampoco de los eufemismos. Si acaso, podríamos serlo de no detectarlos a tiempo. Pero son tan invisíbles, están tan metidos en nuestra forma de hablar, que nos sorprendería saber cuántos y cuánto los usamos. Seguiremos hablando de eso.
No pretendía culpar a los periodistas, pero creo que la culpa es aquí compartida por muchos gremios y cada uno debería asumir su parte.
En los medios de comunicación suele haber personas que se ocupan de la calidad de los textos y creo que esas personas tienen cierta responsabilidad.
Es verdad que cada vez estamos más atrapados en esta red que desde mi punto de vista es otro ejemplo más de "influencia" del país nombre sin que domina el mundo...
Perdón, Mrs. Doyle esa parte se me había ido. Los eufemismos no son solamente responsabilidad de lo políticamente correcto. La mayor parte de ellos los hemos creado para no mencionar las cosas que nos dan vergüenza: desde hace siglos se le llama excusado o lavabo al váter, que no es otra cosa que un cagadero o un meadero; Se decía aguas menores y mayores, e iba en la línea; se hablaba de chicas de buen vivir para hablar de quienes tenían un vivir muy malo, las putas; ni sé la cantidad de eufemismos que podemos tener para mencionar el sexo de unos y de otras; para llamar a la borrachera, que tan pronto decimos merluza como que la noche confunde.
¿Qué quieres, Mrs Doyle? No necesitamos la ayuda de los estadounidenses para disfrazar las palabras que producen efecto de lija en nuestras delicadas almas de humanos.
Es verdad que los eufemismos no son únicamente parte de lo políticamente correcto, pero yo me refería precisamente a ese aspecto, que desde mi punto de vista nos viene del país de la Coca-cola y que trata más el tema de la hipocresía que el del propio eufemismo.
Hablando de lo "políticamente correcto" te/os invito a leer un relato localizable en:
http://www.trapisondos.net/Cuentos/cuentos/Caperucita.htm
A un colega, se le ocurrió trabajar con él en una clase de universitarios estadounidenses, a éstos no les pareció correcto y se quejaron al superior, que invitó a dicho profesor (y conocido poeta)a abandonar su puesto de trabajo. Todo esto sucedió en una universidad pública española.
Permíteme que prescinda del tratamiento, Doyle: El cuento es divertidísimo. Creo que ya tenía noticia de esas revisiones de narraciones clásicas.
La anécdota del profesor es interesante. Me gustaría poner caras a todo eso. ¿Quién demontre tomó la decisión de echarle? ¿Quién es ese escritor poeta?
No te ofendas porque no te dé el nombre. Considero que si la persona afectada no lo ha difundido, yo no debo hacerlo...
La decisión de echarle fue del director de ese departamento. Generalmente ese tipo de departamentos funcionan con personal contratado que viene y va...
Si te gustan los cuentos divertidos, te recomiendo uno que Mrs.Doyle ha colgado en el www.efimera.org. Como el dueño del blog está "missing", yo "okupo" su blog escribiendo y transcribiendo cosas en los comentarios de la última entrada. El autor del cuento es Fernando Iwasaki.
No me ofendo, claro. Es simplemente que la curiosidad me ha dado un berrido. Comparto las razones.
Y cuenta con mi visita a ese sitio.
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