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domingo, octubre 19, 2008

Mi facultad ha cumplido 30 años



De la 'UCI' a los Oscar

El campus de Lejona, como se llamaba entonces, era un páramo. Por las ventanas de las aulas se veía pastar a las vacas. El Rectorado estaba todavía en Bilbao. Habían construido una universidad en el extrarradio del extrarradio y nadie se había preocupado por poner siquiera un autobús para llevar allí a estudiantes y trabajadores. Como la población lo sabía, nos cogían a quienes hacíamos autoestop. Solamente había dos facultades, Medicina y Ciencias, y una cafetería con un servicio pésimo. Los estudiantes de Periodismo estuvimos durante dos años de prestado, en aulas de los futuros médicos, cercanas a la sala de disección. Qué buen principio para un periodista.
En realidad, la ocupación tenía calado, porque ni siquiera éramos estudiantes de lo que entonces se llamaba Universidad de Bilbao. Nos matriculamos en la Universidad Autónoma de Barcelona (Bellaterra), pero recibíamos las clases aquí mediante un sistema de tutorías y con profesorado contratado por los estudiantes. Era como una academia, con la diferencia de que los profesores catalanes confiaban en los nuestros y aceptaban las calificaciones. El poder del alumnado era tal que participábamos paritariamente en la contratación de los nuevos profesores. La asamblea estuvo a punto de decidir que el voto de un estudiante valía tanto como el de un profesor. Y los alumnos éramos muchos más. Nos asomamos al abismo del aprobado general, o del sobresaliente. La discusión la zanjó con maestría un jovencísimo Javier Corcuera, hoy catedrático. Para tercer curso -después de haber ocupado al asalto el despacho del rector y de haber organizado un viaje a San Sebastián para convencer al consejero de Educación-, logramos matricularnos en la UPV.
Han pasado 30 años. De aquel proyecto, que llamamos Unidad de Ciencias de la Información -UCI, siglas polisémicas donde las haya-, nació la Facultad del mismo nombre; hoy, ya madura, la denominación es tan larga -Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación- que la mayor parte de la comunidad universitaria lo acorta por el origen: Periodismo.
No solamente le ha crecido el nombre. El alumnado ha pasado de aquellos primeros 200 estudiantes a los 2.752 de este curso; aquella docena de profesores se ha convertido en 252; y la plantilla de dos personas en la secretaría se ha transformado en una treintena de trabajadores en el cuerpo de administración y servicios. El crecimiento más importante se produjo a finales de los ochenta, cuando se incorporaron las licenciaturas de Ciencias Sociales.
Volví a la Facultad, ya como profesora, en 1994. Se vivían entonces tiempos convulsos, de revueltas estudiantiles y gran conflictividad. También aquella primera facultad en que yo había estudiado era agitada, pero sobre todo era revolucionaria: acabábamos de salir de la dictadura y se abría ante nosotros un amplio campo de libertad y esperanza. Y de optimismo, sobre todo de optimismo.
Cuando fui vicedecana, de 1997 a 2003, tuve oportunidad de observar, casi de escrutar, muy de cerca al resto de las facultades de Periodismo de España, tanto públicas como privadas. Fue una buena oportunidad para la autoestima: la nuestra es una facultad de tamaño medio, muy manejable. Entonces vi que había facultades tan grandes que el alumno era un desconocido tanto al comenzar los estudios como al concluirlos; y algunas tan pequeñas que no lograban dotarse de los medios técnicos imprescindibles para optimizar la formación.
Estos 30 años han sido de crecimiento y madurez. A pesar de ser una facultad joven y de incidir en áreas de conocimiento novísimas en el mundo universitario, el profesorado ha sabido conjugar los grandes avances tecnológicos de los nuevos tiempos con la investigación y reflexión exigibles a todo miembro de la Academia.
El hito amargo de la historia lo puso ETA: el 18 de diciembre de 2000 colocó una bomba en uno de los ascensores de la Facultad. Iba dirigida a la profesora Edurne Uriarte. Afortunadamente no estalló. Pero estuvo a punto de hacer añicos el afán de cuantos nos sentimos implicados en el discurrir de ese centro universitario.
Hoy una buena parte de los intelectuales de la sociedad vasca frecuentan las aulas, imparten clase en alguna de las cinco licenciaturas y, aunque el alumnado mantiene una actitud escéptica, que casa a las mil maravillas con la rebeldía propia de la edad, los licenciados salen bien formados.
Si no, ¿cómo es posible que dos ex alumnos -Nacho Vigalondo en 2004 y Borja Cobeaga un año después- hayan estado nominados para los Oscar en dos convocatorias consecutivas?
Publicado en El Correo.

martes, septiembre 09, 2008

Hoy es mañana, ayer es hoy


Con enunciados como el de arriba, no me extraña que algunos periodistas no consigan encontrar las llaves de casa. Finalmente, el periodismo es cuestión de saber manejar los adverbios.
Os dejo un acertijo:
"Si mañana fuese ayer, hoy estaría tan cerca del domingo como si fuese mañana. ¿Qué día es hoy?"
Segarra, Lluís. Enigmática. Enigmas y juegos matemáticos. Barcelona, edit. Círculo de lectores, 2001. Pág. 60

viernes, junio 06, 2008

Ahora que sabes...

El viernes pasado impartí al grupo 16 (que es uno de cuatro) la última clase de la carrera. Nos hicimos esa foto en la escalera de caracol. Cuando están a punto de licenciarse, les pregunté qué harían ahora que no hicieron en su momento. Las respuestas fueron dos: Andrea me dijo que llevaría todo al día y Michael, que leería más.
En la foto, que hizo Gotzon Toral, profesor de Radio, estamos Damián Barreiro, Leti Jiménez (sin acabar la carrera y ya con contrato), María Pascual, Laura Gómez, Maite Ortiz de Mendibil, Xabi Elosegui, Adriana Dorronsoro, Cristina Arias, Elena García, Eva Llanos, Silvia Herrero, Hizkuntze Zarandona, María Senderos, Michael McLoughin, Koldo Gutiérrez, Miren Aduriz, Berta Martínez..., y yo misma.

Gracias a María S. por enviarme las fotos y por sugerir que hiciera esta entrada; y a Laura por aliviar mi falta de memoria.

El vídeo es de libre interpretación.
Invito, hoy especialmente, a mis estudiantes a que se manifiesten aquí y dejen en la firma la estela de sus blogs: los visitaremos.

jueves, mayo 08, 2008

Emociones positivas

Lourdes Gómez entrevista en XLSemanal a Elsa Punset y ella contesta:


"Estamos hechos de emociones y es muy importante que en casa y en el colegio te enseñen a gestionarlas porque determinan tu comportamiento. Hay que darse cuenta de que no estamos programados para ser felices, sino para sobrevivir. Si no hacemos nada con las emociones, lo más probable es que caigamos en las negativas, porque son las que nos ayudan a sobrevivir: la desconfianza, el miedo, la ira... todo lo que nos ayuda a salir corriendo si algo va mal. Las emociones positivas, en cambio, tienen que fomentarse y desarrollarse deliberadamente". (+)


La fotografía es de Javier Ocaña.

domingo, octubre 21, 2007

«Producir significa contaminar y también vivir»


Entre mujeres
Cristina Gutiérrez-Cañas/Ingeniera

«Producir significa contaminar y también vivir»
Su nombre lleva sonando en la Escuela de Ingenieros desde hace dos décadas. Su especialidad son las emisiones de las chimeneas, de todas. A pesar de ello, fuma. Es Cristina Gutiérrez-Cañas, ingeniera y catedrática de la UPV, dos territorios en los que la mujer es rara avis: «Trabajé en la empresa y me di cuenta de que se puede ser ingeniero de muchas formas, y una de ellas es ser un obrero especializado».
-Usted será ingeniera, ¿no?
-Yo prefiero decir ingeniero, reivindicando lo difícil que es conciliar vida con trabajo. No quiero que por el hecho de cambiarme de nombre piensen que me cambian la realidad.
-Para una mujer, ¿habría sido más difícil la carrera en el mundo de la industria que en el académico?
-Sí y no, porque el mundo académico al que yo vine era un mundo de hombres.
-¿Ya no lo es?
-En la medida en que las ingenierías están pegadas a la producción, desaparecen las mujeres. Pero las ingenierías de papel y lápiz, que no tienen que ver con el mando a personas, fueron las primeras en las que hubo mujeres.
-Cuando estudiaba, ¿cuántas eran?
-Acabamos 220 y éramos dos chicas.
-No llega al 1%. ¿Cuántas son ahora en la UPV?
-Dependiendo de las clases, puede haber entre un 30% y un 40%.
-¿Son más aplicadas?
-No. La carrera se está normalizando. Antes estábamos más preseleccionadas, porque sólo con una motivación importante se aguantaba una forma de vida para la que no estábamos preparadas. Ahora hay chicas muy buenas y aplicadas y otras que son trepas, pelotas, chapuzas... Se ve todo el abanico de conductas.
-¿Y por qué los premios de fin de carrera se los llevan reiteradamente ellos?
-Será porque tienen mejores notas, y eso es objetivo.
-¿Sí?, ¿las calificaciones son objetivas?
-Es objetivo que, dadas las notas, saco el polinomio.
-Ah, es cosa del polinomio.
-La ecuación.
Sigue aquí.
La foto es de Maite Bartolomé.

lunes, julio 02, 2007

Lo que he aprendido

Este año, y a modo de homenaje, los estudiantes de mi asignatura en la Universidad debían leer algún libro de Ryszard Kapuściński. Podían elegir entre ‘Los cínicos no sirven para este oficio’, ‘Ébano’ y ‘Un día más con vida’. Recojo algunas de las cosas que responden cuando se les pregunta qué han aprendido:

Iñaki: “He aprendido la importancia de la planificación, de llegar con tiempo al país para conocerlo; que con una buena relación con los compañeros se consiguen más y mejores cosas. Y que incluso en la guerra el autor visitaba librerías”.
Alberto: “He aprendido que un periodista no debe temer la muerte”.
Agurtzane: “Para destacar en esta profesión, tiene que primar el deseo de informar sobre el miedo. Dudo de que yo pudiera llegar a ser tan valiente”.
Tatiana: “Para ser buen periodista hay que estar en contacto con la gente. Dependemos de ellos. Ésta no es una profesión para hacerse rico y, debido al estrés, se envejece muy rápidamente".
Tania: “El periodista debe realizar profundas reflexiones de la situación que está viviendo, en lugar de ir al bar a beber güisqui”.

lunes, junio 04, 2007

Contribución en Wikipedia


La sala de invitados abre sus puertas para Ander Izagirre, que nos cuenta lo siguiente:



Hace unos días, salseando por la Wikipedia, entré en el artículo dedicado a Olite. En el apartado sobre la iglesia de Santa María sólo dice que es una iglesia gótica, con portada y retablo destacados...

Y después un alumno de ESO mosqueado por tal parquedad ha añadido su contribución: "Iglesia situada en navarra sobre la cual no se aya informacion en internet es una iglesia a opinion de los wikipeianos no muy bonita. y no se comprende como al ser tan importante y al mandar trabajos sobre esta, la portada mas que nada, a los alumnos de la eso,estos no pueden encontrar nada. una puta mierda asi de claro".


El artículo se puede leer aquí.
Los de la foto son Manu Leguineche y el propio Ander y la hice yo (de ahí la cara de 'Esta foto no sale' que tienen ambos).

miércoles, mayo 30, 2007

La libretilla

Esto lo aprendí del apoderado del Fandi, un torero deportista que pone las banderillas al violín como nadie. Lo tuvo toreando por plazas de pueblo hasta que lo vio bien fogueado, entonces se lo llevó a Madrid, a San Isidro, ea. Triunfó. Para entonces, el apoderado tenía ya comprometidas unas fechas y unas tarifas. Había triunfado, saben. ¿Y qué hizo? Llamó otra vez a los administradores de las plazas y les cantó una milonga: "Oye, mira, que soy el apoderado del Fandi. Que tengo la costumbre, entiéndeme, de apuntar las corridas comprometidas en una libretilla que guardo en el bolsillo izquierdo de la camisa; que mi mujer, entiéndeme, que es muy aseada, me ha tirado a lavar la camisa con la libretilla, y ya no sé ni qué día iba a torear ahí el Fandi ni el dinero que habíamos apalabrado". Y aprovechaba para acomodar la tarifa a un torero triunfador en San Isidro.

Pues eso.

Que tengo yo costumbre de apuntar en una libretilla, la del bolsillo izquierdo de la camisa, y bajo el epígrafe 'Cosas que quiero deciros', las ideas que no he de olvidar para transmitir a los alumnos en esta última clase del curso y de la carrera. Esa clase es el viernes, a las dos de mediodía, y mi marido, que es muy hacendoso, me ha tirado a lavar la camisa con la libretilla. Vamos, que no me acuerdo.
Este blog lo frecuentan, identificados, cinco profesores universitarios; cuatro de ellos, de periodismo.

¿Qué debería decirles?

miércoles, enero 24, 2007

Kapuscinski



Un curso, 'Los cínicos no sirven para este oficio' fue de lectura obligada para mis alumnos. Creo que ningún otro libro ha provocado en ellos tanto entusiasmo. Se mostraban encantados de haberlo leído. Repetiremos este año.
La foto la he sacado de El País.

lunes, diciembre 18, 2006

Un invitado en la sala




Nahum, Alberto Nahum García, es un joven profesor de la Universidad de Navarra. Quienes frecuentáis este 'Bloc de notas' sabéis de la frecuencia e interés de sus aportaciones. En esta ocasión, ha aceptado mi invitación a ocupar la sala de invitados. Éste es el texto que nos deja para que reflexionemos:


Defensa de la Universidad



Amo el periodismo. Creo en él. Profesión noble y apasionante, travesía vital, puro veneno.

El periodista, como el político, es un servidor público. O debe serlo. Cuando escucho a colegas despotricar contra los políticos al grito de “son todos iguales” o “solo quieren llevárselo crudo”, me revuelvo en mi asiento. Porque no se dan cuenta de que conformamos las dos caras de una misma moneda y el planteamiento es reversible como un calcetín.

El periodismo constituye la esencia de la democracia. En sociedades libres como las occidentales, la información es imprescindible. Lo escribió hace décadas Walter Lippman y conviene recordarlo ahora más que nunca. En esta profesión repleta de mercenarios, reivindico al periodista que aún cree en el periodismo, esto es, en la verdad. Por eso los cínicos no sirven para este oficio.

El periodismo tiene la obligación de hacer entendible la sociedad para nuestro público. Debemos ir con el machete entre los dientes, abriendo camino entre la selva, traduciendo la complejidad del mundo.

Para esta tarea cartográfica es necesaria una excelente formación. Ahí radica la clave. El suicidio moral y político de una sociedad comienza por desatender las cuestiones educativas. Y la infección está alcanzando a la tribu periodística. Intento convencer a mis alumnos de que es más importante la “mente-factura” que la manufactura. Que lo esencial son los contenidos humanísticos y lo accesorio las prácticas. Que el Quark y el Dreamweaver se aprenden en dos patadas. Que no sirve de nada coger una cámara último modelo si no son conscientes de la bomba de relojería que llevan entre las manos, si no se preguntan si la realidad, al pasar por el objetivo, deja de ser realidad.

Los años universitarios se antojan cruciales. Hay tiempo para pensar, leer y estudiar filosofía política, para dialogar con textos, películas y profesores. Para tener vivencias. Polemizar. Mirar la realidad desde otro ángulo. Discutir con personas abiertas a las razones del otro, no escudadas en eslóganes, ese fast-food intelectual para mentes perezosas y siempre indignadas. Los años de facultad permiten desarrollar la independencia intelectual y el sentido crítico. Buscar la verdad con pasión, con ojos humildes. Aprender. Porque la universidad, sobre todo, enseña a aprender.

Los médicos cuentan con años de formación porque juegan con vidas. Nosotros manejamos ideas, hechos, mentes. ¿No se merece esta aventura un máster en Humanismo y Sociología antes de zarpar?


Muchas gracias, Nahum.


El mapa es el de la isla del tesoro ("por aquello de aunar cartografía y aventura periodística", dice Nahum).

martes, diciembre 12, 2006

Página en blanco


Ustedes sabrán qué escribir en esta página en blanco. ¿Hay algún periodista preocupado en la sala?

martes, noviembre 21, 2006

Un invitado en la sala

Tengo el placer de compartir con vosotros un reflexión de David Álvarez, que ha aceptado amablemente acudir a la 'Sala de invitados'. David (en la foto) es periodista y tiene un blog, Balazos, que es conveniente frecuentar.



"Salí de la facultad en junio de 1999. Después de aquello, todavía asistí a algunas clases más de los cursos de doctorado, que no recuerdo y a las que no encuentro otro interés que el de cumplir los requisitos de un programa que no llegué a terminar. Incluso entonces pensaba eso. Aquellos han sido los últimos cursos a los que he asistido. Más tarde, he estado en dos redacciones, como redactor y como editor. Y en estos años me han ofrecido dos o tres veces un curso de Quark y otro de inglés, nivel iniciación. Desde hace mucho me pregunto si aquellas clases de junio de 1999 fueron las últimas, si de verdad se supone que uno debe cubrir ya el resto del trayecto con aquello. Voy a ponerlo de otro modo: me pregunto si las empresas periodísticas de verdad piensan que uno sólo tiene que aprender una vez en la vida, hasta los 22 o 23 años y que ya está, que con eso que le contaron cuando todavía no sabía nada era suficiente. O se puede poner también de otro modo: me pregunto si la universidad cree que eso es lo único que puede aportar, si de verdad no tiene argumentos para convencer a las empresas. O las empresas a sí mismas. Entre mis amigos, hay varios que son médicos. Todos los años asisten al menos a un par de congresos y a algún curso. A todo el mundo le parece normal: salvan vidas. A mí también me parece normal. Me alarmaría lo contrario. Lo que me extraña es que a nadie le importe que los periodistas dediquemos sólo cuatro años a estudiar, y que sean precisamente esos años en los que ni somos periodistas ni nada. Calculo que, después de salir de la facultad, uno puede trabajar al menos unos 40 años. ¿De verdad no se puede aprender algo más?".
Muchas gracias, David.
 
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