Sus clientes y amigos la llaman María, pero no porque quiera ocultar su identidad, sino porque es más fácil que su nombre: Diva Trinidad Durán, de profesión...
-¿De qué trabaja?
-Soy una trabajadora del sexo. En mi país se las dice meretrices. La primera vez que lo oí, no lo entendí. «Usted, meretriz, póngase por ahí», «Oiga, yo no me llamo así».
-Pregunta obligada: ¿cómo llegó a esto?
-Por necesidad. No fue directamente acostarme con hombres, les acompañaba a beber licor... Soy una persona ambiciosa, quería una casa para vivir y no estar a las órdenes de un hombre. Ganaba cinco veces más que limpiando.
-¿Fue estando aún en Venezuela?
-Sí. En mi país la prostitución no está tolerada y no sabía dónde me estaba metiendo. Lo hice por el momento de precariedad que estaba viviendo, pero luego me he quedado por el nivel económico y las posibilidades de tener algo en el futuro. Y eso no lo voy a lograr en otro trabajo. Si no me hubiera salido bien, me habría ido a mi país y habría agarrado un trabajo normal.
-¿La prostitución no es un trabajo normal?
-La sociedad es muy hipócrita y no lo reconoce así. Hay una demanda y, si un producto no la tiene, se cierra la fábrica. La mujer que no da al esposo lo que quiere lo echa a la calle. Yo tengo pareja y cuando llego a casa lo que menos quiero es sexo, pero cumplo con mi deber, porque el hombre al que no le dan comida en casa la busca fuera.
-¿De dónde le llegan los clientes?
-Tengo una cartera de unos 30 que me conocen desde el año 95 y vienen una vez a la semana a mi apartamento.
-¿Cuánto gana? ¿Más que como camarera?
-Por supuesto.
-Le ofrezco un trabajo con horario de mañana, fijo, con seguridad social. Para que usted deje la prostitución, ¿cuál debe ser el salario?
(Su respuesta)Más preguntas y respuestas (son del despiece, que lamentablemente no suele aparecer en la edición digital):
-¿Recuerda la primera vez que se acostó con un hombre?
-Fue un estás pero no estás, o no quieres estar. Es un recuerdo muy vago
-¿Alguna vez ha sentido repulsión?
-Sí, yo le pedía perdón a Dios: el hombre tenía soriasis en todo el cuerpo y le dije que no me tocara mucho. Al irse, me lavé entera. Lo demás, no siento asco y, si hace falta, los ducho antes.
-¿Qué hay de esa leyenda de que las putas no se dejan besar en la boca?
-Si tiene los dientes bien y le gusta besar… Si los tiene mal, le digo que no.
-¿O sea que las condiciones siempre las pone usted?
-Sí, algunos piden guarrerías.
-¿Alguna vez disfruta?
-Sí, porque hay hombres que te saben agarrar muy bien. Esa es la forma en que las chicas de la prostitución son infieles a sus parejas.
-¿Su pareja siente celos?
-No. Luchó dos años por conseguirme.
-Hasta que finalmente usted cayó.
-No, cayó él. Yo estoy aquí por lo que estoy, le hice una propuesta económica y aceptó.
-¿Se siente respetada?
-Sí, y yo no oculto lo que soy.
-¿Ha amado alguna vez?
-El amor es respeto.
La foto se la hizo Ignacio Pérez en el apartamento donde recibe a sus clientes.