Estas ideas son las que me rondan la cabeza. Algunas ya las he publicado con ocasión de diferentes eventos. Veamos qué respuesta hay.
El mundo que tradicionalmente ha ocupado la mujer pertenece al terreno de lo privado, de la familia, del hogar, de los afectos, de los sentimientos, de su expresión. Hasta hace bien poco el hombre no había sido instruido para ser el colaborador más activo a fin de que la mujer logre una plena integración en la sociedad.
A principios del siglo XXI la situación es muy distinta. No están dados todos los pasos para la igualdad, pero podemos sentir la satisfacción de que por lo menos tenemos los mismos derechos. Las leyes han igualado a hombres y mujeres, aunque no dispongamos todavía de los recursos suficientes para que esa igualdad esté garantizada. Además, nunca como ahora hemos podido ser tan optimistas, nunca hemos estado tan cerca, nunca ha sido tan corta la distancia entre los anhelos de justicia y su consecución.
Los movimientos feministas surgieron con el objetivo de que la mujer alcanzara los mismos derechos que los hombres. Ya se vería si ella, todas o alguna, quería ejercer esos derechos. Con el paso del tiempo, y a medida que la sociedad se ha ido haciendo más justa y bella, más igualitaria, se vio que la conquista de los derechos reivindicados por la mujer devenía en beneficio para todos los humanos, independientemente de su sexo. La baja por maternidad, por ejemplo, es un derecho conquistado por la mujer pero del que hoy pueden gozar también los hombres. La existencia de guarderías en el puesto de trabajo es un beneficio conseguido como consecuencia de la incorporación de la mujer al mercado laboral. Con esa incorporación de la mujer, el mundo del trabajo se humaniza.
Durante el siglo XX la mujer ha demostrado que deseaba y podía alcanzar otras metas: ha querido ser atleta de elite, gobernar un país, crear un medicamento, dirigir una película, subir al Everest. Algunos hombres, probablemente los elementos más evolucionados de la especie, han hecho también una importante apuesta por la igualdad. No solamente no ponen trabas a las mujeres para que se incorporen al mundo del trabajo, sino que además participan al 50% de las tareas del hogar.
Es hora de reivindicar la igualdad también del hombre, y de mostrarla. Cuando ella ha querido incorporarse al mercado laboral, se ha topado con grandes problemas e, incluso, algunos medios siguen remisos a mostrar a la mujer en igualdad con el hombre, a pesar de que muchos terrenos ya los tiene conquistados.
El varón que haga una apuesta firme para conquistar ese mundo de lo privado en el que ha reinado la mujer durante siglos no se va a encontrar grandes obstáculos. Ella no le va a dificultar esa tarea. Aquellos que miren al hogar y declaren su deseo de incorporarse en él a esas tareas que hoy por hoy les son tan extrañas no van a encontrar las puertas cerradas, las mujeres no se van a atrincherar ni van a luchar por la exclusividad de ese espacio. Es más, la mujer le dará todo tipo de facilidades a ese hombre que aún está a la intemperie, porque sabe que solamente se conquista la igualdad practicándola, ejerciéndola en todos los terrenos. Y porque además será de todo punto imposible que la mujer logre la igualdad si los hombres se mantienen en ese destierro.
Los medios de comunicación tienen la obligación de aprender de sus errores, y si la igualdad de la mujer ha tardado en hacerse pública, deben reaccionar ahora con premura y mostrar no solamente a esos hombres sino los múltiples beneficios de esa incorporación, porque aquellos que ya han llegado a su parcela de obligación en el hogar son partícipes de una cosa que la mujer siempre ha sabido, que la esencia de la felicidad se encuentra entre quienes amamos.