Mostrando entradas con la etiqueta NY. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta NY. Mostrar todas las entradas

jueves, junio 28, 2007

Los nombres de las calles

Siempre he pensado que la toponimia más práctica es la descriptiva: la calle estrecha, la de arriba, la plaza nueva, el edificio reformado. Llega un momento en que la calle sigue siendo igual de estrecha, pero la plaza ni es nueva ni el edificio parece reformado. La numeración de las calles en Nueva York es muy práctica, porque siempre sabes dónde estás, aunque de esa forma no se llega a saber de dónde venimos. Los nombres siempre tienen una razón.
La calle de los dolores chicos. No sé ir; tampoco sé cómo llegué a ella.

miércoles, agosto 02, 2006

El cuentarrazas


Estaba un sábado por la noche, a eso de las 11, apostado en la Octava avenida, entre la 45 y la 44, sentado en una silla plegable, como de acampada, con un pequeño aparato sobre las piernas. Era un teclado con solo cinco o seis teclas. Una de ellas era roja -esa era la que presionaba cuando pasaba un negro- y otra blanca -la que tocó a mi paso. Creo que estaba contando la raza de la gente que se cruzaba con él en esa acera. Se le veía un cierto gesto de satisfacción, de quien está haciendo bien las cosas o de que le están saliendo a plena satisfacción. ¿Sería un investigador o un simple curioso?


El montaje de fotos lo he sacado de webislam.

domingo, julio 30, 2006

Y la música


Cantan, cantan y bailan. En Union Sq. es fácil ver a grupos de hip hop haciendo exhibiciones. Pero lo cierto es que no necesitan de una agrupación para cantar o bailar. El camarero del restaurante La Mela, en la calle Mulberry de la Pequeña Italia, me cantó una canción cuando supo que era española. Ninguno de los clientes se dio la vuelta para mirar.
Los dependientes de una tienda de ropa deportiva en Times Sq. no solo cantaban, también bailaban; y el que servía café en una tienda de la octava con la 45; y en East Village, en un cruce muy céntrico un joven de la talla ciento y pico cantaba y bailaba sin perder su sitio; y en la 43 cerca de Broadway un señor de unos setenta bailaba con los cascos puestos; y en Virgin, en la sección de discos, enchufado al aparato para degustar la música antes de comprarla, un joven negro no solo cantaba, interpretaba la canción que estaba oyendo para quien quisiera mirarle; y el cliente de una grocery muy cerca de Wall Street...
Y en el nudo de líneas de metro de Times Sq. el "profesor Edward Alvarado" tocaba al piano piezas aprendidas en su Cuba natal. Cuando le echaban una moneda o un billete de dólar, dejaba libre una mano para saludar y activaba alguno de los muñequitos a pilas que bailaban.
No sé quién es el viejo profesor Edward Alvarado, pero me encajaría perfectamente que alguien me dijera que es una gloria de los teclados, que tuvo sus grandes momentos de éxito, que tocó en las grandes orquestas; que es amigo de Rubén González.
La foto es de una agencia de noticias.

sábado, julio 29, 2006

Y en el metro


Son millones los usuarios del metro de NYC. En ocasiones se encuentra publicidad en castellano. No reparé si era en todas las líneas, en cualquiera o en aquellas que se dirigen a los barrios donde se han instalado los hispanos. El Harlem hispano está al este, a partir de la calle 110, justo donde acaba el Parque Central. Las líneas del metro que conducen allí se señalan en verde oscuro. Quizá fuera en ella.
El anuncio en cuestión venía acompañado de la foto de una mujer: "Yo creo en el uso de los condones. Mis creencias me han dado la fortaleza para mantenerme firme en mis convicciones como transgénero y eso no lo cambiará el VIH. Denise, positiva desde 1989".

Hay que estar muy familiarizada con esa jerga para entender. Hechas las oportunas averiguaciones, resulta que transgénero se aplica a quienes han sido educados en un sexo pero se sienten del otro. No estoy nada segura de que el anuncio se entienda a pesar de que usa un léxico aparentemente desprejuiciado.

El vandalismo es delito


Otro anuncio en el metro de NYC insta en castellano a que se llame a la policía cuando se sea testigo de un acto de vandalismo, cuando se vea a alguien pintando un grafiti. Lo cierto es que no se ven pintadas hasta que no se llega al Bronx. Y allí son espectaculares.
La que traigo arriba es un retazo de una que vimos en una calle por la que el metro es aéreo. Se trata de un homenaje a Big Pun y ocupaba toda una pared. Pero en el Bronx nadie llama a la policía, por si acaso. Y porque además algunos grafitis son arte.
La pintada la recoge en su web una universidad.

El Empire State

No cambio ni una letra, ni una mayúscula, ni una tilde. Nada.
Así estaba escrito el cartel explicativo en una máquina de acuñar monedas de recuerdo del observatorio del Empire State:

"Dé un paso 1
La Flecha Del Lgual Para diseñar
Una Muestra Y Un Centavo
Obtenga Muestra del Cambiador

Dé Un Paso 2
Puso En Una Muestra Y Un Centavo

Dé Un Paso 3
La Rueda De La Vuelta Hasta Gotas de Centavo Abajo".


A mí que me aspen si alguien lo entiende.
Es absolutamente sorprendente porque en cualquier institución europea se encuentran textos explicativos en varios idiomas. En NYC es imposible: todos los folletos turísticos están solamente en inglés. Y para uno que encontramos tiene esa pinta.
La empleada que nos atendió en las taquillas hablaba español con gran soltura y acento de algún país americano. Por lo que parece en el Empire prefieren encargar la traducción de un texto a un programa informático; y los empleados de las taquillas nunca suben a ver la ciudad en la que viven.

viernes, julio 28, 2006

Laberintos


En alguno de esos momentos de euforia que se producen durante las vacaciones, y que probablemente coinciden con un momento de descanso y un botellín de agua fresca, llegué a pensar que NYC es la ciudad perfecta. Acaso lo sea la isla. Ser turista es muy fácil, porque basta recorrer una calle para saber con exactitud dónde te encuentras. Quizá por esa razón los taxistas sean muchas veces recién llegados que apenas si dominan el idioma.

Hay dos tipos de laberintos: aquellos en los que las calles son todas distintas, por su trazado, su anchura, sus dimensiones; y los que se basan en la simetría, cualquiera de sus partes es tan idéntica al resto que es imposible distinguirlas. El barrio Alfama de Lisboa responde al primer modelo: es todo tan distinto que casi siempre se tiene la idea de que por esa calleja, por esos escalones, bajo ese balcón, se ha pasado mil veces antes. Luego, sorprendentemente, aparece una fuente absolutamente desconocida, o un mirador desde el que se ve el Tajo.
Manhatan está construida de forma laberíntica, porque todas las manzanas responden al mismo trazado: las avenidas son paralelas, van de norte a sur y de la 1ª a la 12ª, comenzando por el este. La 5ª, el eje central, divide a la ciudad en este y oeste. Las calles son perpendiculares: comienzan a numerarse en el sur de la isla y van ascendiendo.
Cuando se está perdida, cuando no se sabe dónde está el norte, basta mirar solamente un poquito para encontrar una pista (porque las calles marcan si estamos al oeste o al este). En el peor de los casos, podemos optar por acercarnos a la siguiente calle, para saber si el número es ascendente o descendente. Mejor de calle en calle, porque las distancias son más cortas que entre las avenidas. Si entendemos como laberinto un lugar en el que es difícil acertar con la salida, NYC es un laberinto que viene con manual de instrucciones.

Y acaso el peor de los laberintos sea un desierto de arena, o el mar. Por eso los marineros aprendieron que las estrellas eran los mejores mojones para orientarse.

La foto es de Orión.

jueves, julio 27, 2006

De vuelta...


No es lo peor: a la pena de haber vuelto (de no seguir allí) se añade el jet lag. Es que no puede una dejar de mirar el reloj, por ver cómo pasan las horas con el sueño y el apetito transtornados, y de pensar que allí ahora son las...
Es muy bonita la luz del anochecer en NYC.
Podría pensarse que en una ciudad tan vertical, con edificios tan extraordinariamente altos, las calles están llenas de sombras. Durante los paseos a mediodía es obligatorio ir esquivando el sol, aunque la calle sea más bonita desde el otro lado.

sábado, julio 22, 2006

Las zapatillas


En ocasiones, las tiendas hacen esquina; se las ve desde muchos lados y tienen grandes carteles que las anuncian. En esa misma esquina hay un semáforo, o un cable que cruza hasta el otro lado de la calle. Y es ahí donde pueden verse, en ocasiones más de un par, hasta cinco llegamos a ver. Son las zapatillas deportivas que quitan a los cadáveres, "en ocasiones, antes de que caigan a tierra". Es la marca que dejan de que ha habido un ajuste de cuentas, de que se ha restablecido el orden.
Yo había visto calzado colgado en algunos árboles de Bilbao, pero estos del Bronx (el barrio negro al norte de Nueva York) producen auténticos estremecimientos. Sobre todo, cuando uno de los pares es de color rosa y para un pie muy pequeñito.
No tengo ni idea de dónde he sacado la foto. Pero ésta sí que estremece.

martes, julio 18, 2006

Esto... ejem...


Son unos días. Creo que me los he ganado. Confío en que el aterrizaje sea más sosegado que el de la foto.
¿A que parece que estoy pidiendo disculpas?
Pues no: ¡Me voy a Nueva York!
 
Free counter and web stats