jueves, febrero 15, 2007

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Se llamaba Angelita, tenía 85 años y sufría alzheimer. Esta mañana, su marido, 10 años menor que ella, le ha asestado unas cuantas puñaladas y ha llamado a su hija para contarle lo que acababa de hacer. Después se ha autolesionado, pero las heridas no revisten gravedad.
Y ahora es cuando llegan los vecinos. Cuenta El País que era un matrimonio bien avenido; que él había sufrido una intervención del corazón y no se sentía capaz de cuidar de su esposa; que por eso le asestó las puñaladas.
Esto lleva camino de convertirse en epidemia. Cuando ella sufre alzheimer, a él le ataca la compasión a borbotones y se ve impelido acabar con el sufrimiento de ambos, pero sobre todo, de ella. Si es él quien sufre la enfermedad, ella es una sádica incapaz de poner fin al tormento de su marido.
El sarcasmo es un indeseado compañero de viaje.
Una azalea para Angelita.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un hecho así está totalmente injustificado pero, dicho ésto, ¿por qué no salen a la luz casos de mujeres que matan a sus maridos enfermos? Porque se nos educa para pasar la vida cuidando a los padres, a los hijos, a los maridos... Hay muchísimas más viudas que viudos y, por lo tanto, muchísimas más mujeres que han vivido la enfermedad de su marido.

Pero no estoy disculpándole sino todo lo contrario: frente a ese cobarde, hay seguro miles de hombres que cuidan a su mujer con todo el esfuerzo y la ilusión del mundo. Un señor que mata a su mujer, lejos de quienes lo pintan como un "pobrecito" es un asesino y además, o por consiguiente, un cobarde y un débil. Pero tal vez se evitara algún caso de éstos si los hombres también fueran educados con esa idea de que tendrán que cuidar de los demás en vez de limitarse a ser cuidados.

Anónimo dijo...

Lucía, me ha gustado más tu comentario hoy que en el caso similar de hace unos meses. Lo comparto plenamente. Sobre todo ese rotundo final: "el sarcasmo es un indeseado compañero de viaje".

Bravo.

 
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