lunes, diciembre 17, 2007

A veces no me gustan las comillas

En periodismo, las comillas introducen una grandísima duda: el periodista no cree que la palabra usada se ajuste al significado exacto que da un diccionario como el de la RAE, o quiere dejar constancia de que esa palabra no nos pertenece, al menos por el momento. Por ejemplo, entrecomilla la palabra 'hierro' cuando quien la usa quiere hablar de un arma de fuego; o hace lo mismo con la palabra 'cool', por que es un préstamo de otro idioma; o porque son palabras que aún no están aceptadas por el DRAE y quizá nunca lleguen a estarlo, 'bocata' (Vaya, está).
En ocasiones, lo que el periodista pretende con las comillas es despachar toda la responsabilidad sobre una palabra o frase, de modo que quién lee entiende que esas palabras son atribuibles a otra persona, a quien las ha pronunciado, que estará identificada muy cerca. Es un ejercicio de balones fuera.
Hay un tipo de comillas que me saca de mis casillas y me come los higadillos. Son aquellas que confunden la persona del verbo de la frase. Por ejemplo, aquí. Decía Lázaro Carreter que si la frase al leerla en alto carece de sentido, sucede igual aun por escrito aun con la reserva de las comillas.
Claro que tratándose de fútbol, por lo general el periodista parece el presidente del mismo equipo del que habla. Pero como ejemplo supongo que se entiende.
Esa reserva del periodista al entrecomillar esas palabras me recuerda a un juego infantil cuya cancioncilla es "Yo no he sido, yo no he sido".

1 comentario:

Ander Izagirre dijo...

A mí también me dan rabia esas citas encajadas a martillazos. Con lo fácil que es arreglarlas: "Ganaremos", dijo el presidente, y ya.

Comillas, casillas, higadillos. No estoy en mis cabrales.

 
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