domingo, abril 23, 2006

El desnudo y las condiciones de trabajo


La convocatoria era para el sábado muy de mañana en San Sebastián. Acudieron 1200 personas y un centenar de periodistas. Pero Spencer Tunick −ese fotografo que decora los espacios urbanos con personas desnudas− estaba de mal humor ese día y sacó a relucir sus malos modales. Así lo cuenta Robert Basic en El Correo:

El lamentable comportamiento del artista estadounidense estuvo a punto de provocar una 'espantada' de los periodistas que se acercaron al palacio Kursaal para seguir de cerca su trabajo.Por la mañana, tocó esperar. Pasaron dos horas y media hasta que se pudo contemplar la primera 'creación' de Tunick. Muchos bollos y mucho café para matar el tiempo. «El maestro está trabajando», se excusaba la organización. Finalmente, el semáforo se puso en verde y alguien avisó: «Ya pueden subir». La 'instalación temporal' se acomodó en el vestíbulo del Kursaal al que acudieron, según fuentes oficiales, 1.200 personas. La cifra superó con creces las estimaciones que hablaban de 300 voluntarios dispuestos a poner sus cuerpos al servicio del arte. Había jóvenes, ancianos, niños... negros, blancos, mulatos... hombres y mujeres, alguna de éstas embarazadas. Lo único que falló fueron los modos del fotógrafo.«Fuera, fuera, que estoy trabajando», espetaba malhumorado a más de un centenar de periodistas, de casi 80 medios de comunicación, que habían sido debidamente acreditados. La
situación, con el tiempo, se volvió insostenible y los informadores amenazaron con plantarse. Los miembros de la organización, impecables, intentaron reconducir la situación mientras, de lejos, se escuchaba la voz del fotógrafo que daba instrucciones a los modelos, traducidas por un rubio irlandés que se desgañitaba megáfono en mano: «De espaldas, ahora de frente, ustedes tumbados, tumbados por favor...». Los modelos de Tunick recibieron a los periodistas con
una sonora pitada que desgarraba los oídos. Se escucharon cánticos de «Fuera, fuera» y enseguida se puso oficio a las madres de los informadores. Luego se supo que el fotógrafo neoyorquino les había contado que la prensa venía a «provocar». Quizás, simplemente, ayer no era su día. ¿Cómo se solucionó todo? Con otro desnudo. Dos reporteros del programa satírico 'Caiga quien caiga' se quitaron la ropa y saludaron a la masa que gritaba a pulmón partido «¡La prensa
en pelotas!». Los silbidos se tornaron aplausos y la tranquilidad volvió al auditorio donostiarra. La organización pidió disculpas por lo ocurrido. Spencer Tunick, no.


Los periodistas, que estaban trabajando, amenazaron con marcharse, pero pudo la responsabilidad y no lo hicieron. Tunick debería haber pensado que si acudieron esas 1200 personas a San Sebastián, a desnudarse ante él, fue porque los medios de comunicación habían informado desde semanas antes. Es decir, que su objetivo fue posible gracias a esos “provocadores” que somos los periodistas. Quienes se comportan como Tunick deberían alguna vez pararse a pensar cuánto les costaría una campaña publicitaria que garantizara los mismos resultados.
Ignoro si los reporteros de ‘CQC’ tenían ya previsto desnudarse, pero solamente nos faltaba a los periodistas tener que quitarnos la ropa para poder realizar nuestro trabajo.

En el diario de ayer también se informaba del atentado contra el negocio de un concejal de UPN. Al ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, pareció sorprenderle en Santander y convocó una rueda de prensa en la Delegación del Gobierno. Una rueda de prensa sin preguntas. Fue, soltó su rollo y no se arriesgó a que nadie le formulara una pregunta para la que no tuviera una respuesta. Es de vergüenza y es incomprensible.
Yo tengo la sospecha de que el lector medio no es consciente de la gravedad de convocar una conferencia de prensa y no permitir las preguntas. Llegará un momento en que le parezca tan habitual que se sorprenderá de que alguien pregunte.
¿Qué sucedería si en el momento en que abandona la sala el convocante de una de éstas ruedas de prensa un redactor le hiciera una pregunta? ¿Le parecería violento? ¿Sería eso más violento que impedir a los periodistas que hagan su trabajo?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí, un señor que pide que la gente se desnude para hacerles fotos mientras él está bien tapado y abrigado me cae mal de entrada.

Anónimo dijo...

¿Y eso es realmente arte? Si es que desde que el señor Duchamp le dio la vuelta a un urinario y lo llamó "Fontana" ya nada ha vuelto a ser lo mismo...

Y para nosotros, los periodistas, ¿es realmente noticia lo que hace el tipo ése? ¿No formamos parte, estúpidamente, de su campaña de publicidad?

Anónimo dijo...

Ah, lo de Rubalcaba: la tiranía del "faxismo" (ahora del "adjuntismo" vía correo-e) proveniente de los gabinetes de prensa de partidos y empresas está matando al periodismo. Y, lo peor, por comodidad o servilismo el gremio está aceptando el suicidio.

P.D. Sin ganas de tocar las narices, Lucía, ¿pero no sería "rollo"? Aquí creo que no hay disputas de sexismo lingüístico...

momodice dijo...

La convocatoria de gente desnuda puede interpretarse en clave de poder, ¿no?
Lo que está claro es que si un individuo (sea artista o presidente de una asociación nudista) logra desnudar a 1200 personas en una playa de SS a 10 grados, eso es noticia.

La P. D. de Nahum: claro que es rollo. Ya lo he corregido. Gracias. (He tenido que volver a mirarlo para no cometer el mismo error dos veces)

Anónimo dijo...

No pretendo ser pesado, pero me reafirmo en lo dicho: los periodistas estamos cavando nuestra propia fosa al aceptar acudir a ruedas de prensa (?) donde no se puede preguntar. No la cavamos sólo por eso, claro, pero me parece un asunto clave. El día que las empresas se den cuenta de que sería igual enviar a un mensajero con un magnetófono o a recoger la nota de prensa, prescindirán de nosotros.

 
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