domingo, diciembre 24, 2006

"Se puede matar por compasión"


Entre mujeres


Marije Goikoetxea /Experta en bioética


"Se puede matar por compasión"


La dignidad de las personas es lo que inspira todas sus opiniones. Probablemente, Marije Goikoetxea tenga muchas dudas, pero ha encontrado en la bioética el método para dar con las respuestas.
-¿Usted de qué trabaja?
-Me dedico a la formación en bioética a profesionales del ámbito sanitario y los servicios sociales y también asesoro a organizaciones.
-¿Y qué es la bioética?
-Es responder qué está bien y qué está mal en las cuestiones que tienen que ver con el cuidado de las personas en el medio social, sanitario e, incluso, en el político.



El títular va especiamente dedicado a A. N. G.
La foto es de Ignacio Pérez.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pinochet, en su carta póstuma: "Por amor se pueden hacer muchas cosas malas".

Ander

Anónimo dijo...

Es una pena que tan sabroso post pase desapercibido por lo navideño de las fechas.

Ummm, a ver. Por partes.

1. Creo que el titular es algo equívoco para la entrevista, Lucía. Justamente ella matiza después su respuesta, aunque entiendo que es inevitable buscar un titular atractivo como este. Al final, el espacio es el mensaje.

2. Lo ha sugerido Ander: la supuesta compasión puede esconder las mayores masacres. Y donde pone "compasión" escriba usted otros grandes sentimientos: amor, solidaridad, pena.

Veamos ejemplos, parafraseando a Pinochet:
-"Por amor a la raza aria..." (Hitler).
-"Por solidaridad con las clases trabajadoras y el proletariado..." (Pol Pot, Stalin)
-"Por pena hacia los niños que van a salir retrasados mentales..." (Dr. Mengele).

"Se puede matar por compasión", ¡claro que sí! Y por odio. Y por codicia. Pero la compasión no rebaja un ápice la gravedad del crimen.

Lo tramposo de estos planteamientos es apelar a lo sensiblero. Y olvidarnos de que una persona no es quién para disponer de la vida de otra. Para los creyentes, Dios es el único habilitado para ello. Para los no creyentes, el sistema legal (si se está a favor de la pena de muerte, claro).

De todas maneras, me parecen muy peligrosas estas justificaciones de un asesinato. Porque, insisto, los sentimientos nos pueden nublar la razón. ¿Y quién no te asegura que esa persona que lo está pasando tan mal no puede salir del túnel? ¿Y quién eres tú, esposo, para decidir que el Alzheimer convierte su vida en no-digna-de-ser-vivida? ¿Hay que matarla "por compasión" para ahorrarle el sufrimiento? ¿De veras no hay otra salida? ¿¿De veras??

Tomo aire y lo digo: el suicidio me parece la mayor derrota del hombre moderno. Y una cobardía. Por extensión, lo mismo pienso de la eutanasia (un suicidio asistido para aquellos que no pueden matarse por sus propios medios).

Que no se me entienda mal: no estoy diciendo que no haya que legalizarla ni nada de eso. Me da exactamente igual si se legaliza, por mí como si quieren hacerla obligatoria. Simplemente he expresado mi opinión moral al respecto.

Todo esto venía a cuento de la compasión (y del titular me dedicaba Lucía), una extensión más de la eutanasia. Creo que nos equivocamos si aceptamos la compasión como atenuante de un asesinato, porque la madeja pasional y psicológica de una persona es demasiado compleja como para reducirla a una bella palabra: "compasión".

La novela de cabecera de los existencialistas franceses (idea copiada por Amenábar e Eastwood) proponía un asesinato por compasión. Cuando la leí, me emocionó y me golpeó, pues entendía al protagonista y casi pensé que yo habría hecho lo mismo en su lugar. Hasta que, dándole vueltas, racionalizando el asunto, di con la clave: los hombres no somos animales.

La novela se titula "¿Acaso no matan a los caballos?"

Anónimo dijo...

Buahhh, pido excusas. ¡Vaya tostón acabo de meter! Me ha salido de seguido, pero si pudiera volver atrás, lo borraría...

Excusas a la del blog. Parezco un troll.

Anónimo dijo...

Pues yo estoy de acuerdo con Nahum en todo. También me preocupa que se de más protagonismo a quienes defienden la muerte digna que a quienes luchan por una vida digna. En pleno lanzamiento de Mar adentro, Julia Otero entrevistó a un parapléjico (o tetrapléjico; no sé cuál es el término correcto) que afirmaba que su lesión era más grave que la de Sampedro y, sin embargo, su fuerza de voluntad y su amor por la vida le había llevado a conseguir una autonomía y una calidad de vida satisfactoria. Ese hombre denunciaba precisamente que un hombre que se rinde ante la adversidad tenga más protagonismo que como los que él siguen adelante. Yo respeto también la opción de Sampedro pero reconozco que a menudo las historias trágicas nos gustan más.

Todo esto viene a cuento de lo del Alzheimer: ahora resultará que nos conmueve que un marido que se ha visto desbordado por la enfermedad de su mujer la asesine. A mí me conmueve más el que reúne la fuerza suficiente como para enfrentar la enfermedad de la mujer. Y por supuesto que veo complicado que una enferma de Alzheimer exprese una voluntad clara de morir.

Tambíén me ha hecho pensar la pregunta sobre el cambio de sexo. A mí desde luego que me parece más prioritario adaptar el cuerpo a la identidad sexual (tras hacer un seguimiento exhaustivo del caso) que unas varices o unas caries (como he oído en alguna ocasión).

En cuanto al aborto y la píldora del día después: de acuerdo con que es un tema preocupante pero también me preocupa que el déficit en educación sexual que lleva a las mujeres a esas conductas irresponsables limiten mi derecho de abortar o tomar la píldora cuando realmente no me quede otro remedio.

La entrevista me ha encantado y la verdad es que me ha hecho pensar mucho y cuestionarme ciertas cosas.

 
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