"Los pastores vascos tuvieron siempre cuota especial para ir de ovejeros a Idaho y Nevada. Es célebre su manera de castrar los machos con los dientes y de cocinar por la noche un plato de criadillas en la llanura donde acampaban".
Cien miradas de Enrique Meneses. Madrid, Edit. Asociación de la Prensa de Madrid, 2007. Pp. 140 y 141.
3 comentarios:
No son los únicos. Mira estos gauchos chilenos:
"Del primer cordero se encarga Marcos Santelices. Dos ayudantes lo tumban sobrun tablón y le abren las patas traseras para que Santelices, después de comprobar el filo de su facón de empuñadura de plata, afeite la sutil vellosidad que cubre los testículos del asustado cordero. Cuando la piel se ve rosada y limpia, Santelices clava el facón en la mesa e inclina la cabeza entre los muslos del animal. Con una mano envuelve con delicadeza los testículos mientras que con la otra busca las venas en el saco de piel que los envuelve. Al encontrarlas aprieta con fuerza para cortar el flujo sanguíneo y desgarra con los dientes el saco escrotal.
Ninguno de los presentes advierte cuándo los testículos del cordero pasan a la boca de Santelices, pero luego lo vemos retirarse unos pasos y escupirlos en una palangana, mientras los ayudantes atan el vacío e inútil envoltorio para evitar una hemorragia. Todos aprobamos la faena del gaucho de Chile Chico. El cordero "capado a diente" no debe perder ni una gota de sangre".
Patagonia express, Luis Sepúlveda.
Ya me has dejado más tranquila. Esglups.
Ostrás. Sí que era duro emigrar a América, sí. ¡Puaj!
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