Probablemente es porque...
Sin esos resignados profesionales que se van a un extremo del mundo (a veces, al centro de ese mundo) no sabríamos lo que sucede fuera del callejero de nuestro pueblo;
no sabríamos que existen fronteras y confines, que en otros lugares se come y, sobre todo, se pasa hambre, que hay mujeres que sufren grandes vejaciones, y hombres que las infligen;
que hay hombres que matan a seres humanos;
que lo hacen por miedo y por poder:
y que solamente los detiene que haya un periodista, un fotógrafo, un cámara... que toma nota de cuanto desatino se produce.
Y que, aunque haya testigos, siguen matando e, incluso, matan a los periodistas.
Admiro a los periodistas que optan por esas miserables condiciones de vida que nos permiten saber de cuanto sucede en el mundo, al menos de aquello que sucede en el mundo del que deseamos saber.
Cuando he tratado con esos corresponsales del mundo, cuando me he cruzado con ellos, no he sentido sino una profunda gratitud por los grandes sacrificios a que se someten para que tu y yo sepamos lo que pasa en el mundo.
Cuando me comparan a esos profesionales con la morralla que hace negocio del embarazo de una ministra y un ex presidente del Gobierno español, me entra una congoja que me hundo.
Sin esos resignados profesionales que se van a un extremo del mundo (a veces, al centro de ese mundo) no sabríamos lo que sucede fuera del callejero de nuestro pueblo;
no sabríamos que existen fronteras y confines, que en otros lugares se come y, sobre todo, se pasa hambre, que hay mujeres que sufren grandes vejaciones, y hombres que las infligen;
que hay hombres que matan a seres humanos;
que lo hacen por miedo y por poder:
y que solamente los detiene que haya un periodista, un fotógrafo, un cámara... que toma nota de cuanto desatino se produce.
Y que, aunque haya testigos, siguen matando e, incluso, matan a los periodistas.
Admiro a los periodistas que optan por esas miserables condiciones de vida que nos permiten saber de cuanto sucede en el mundo, al menos de aquello que sucede en el mundo del que deseamos saber.
Cuando he tratado con esos corresponsales del mundo, cuando me he cruzado con ellos, no he sentido sino una profunda gratitud por los grandes sacrificios a que se someten para que tu y yo sepamos lo que pasa en el mundo.
Cuando me comparan a esos profesionales con la morralla que hace negocio del embarazo de una ministra y un ex presidente del Gobierno español, me entra una congoja que me hundo.
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