sábado, septiembre 27, 2008

Acoso



Elena Tregúbova es una periodista rusa asilada en el Reino Unido tras sufrir todo tipo de presiones del Kremlin e, incluso, un atentado. Este mes, la revista 'Vanity fair' ha estrenado su edición para España y en este primer número le dedican un gran espacio. Para nosotros, en la Asociación de Periodistas Vascos, fue toda una fiesta porque en junio le otorgamos el primer premio José María Portell a la Libertad de Expresión, y así se recogía en la primera página del extenso reportaje. Recorto una parte:

"Si uno se la cruza por la calle, es fácil de distinguir: altísima -ronda el metro ochenta-, delgada y de marcados rasgos eslavos. Llama la atención. Captó también la del recién nombrado director del FSB (el aparato de inteligencia, sucesor del KGB), Vladimir Putin, que la citó para una presunta entrevista en Izumi, el primer restaurante de comida japonesa de Moscú y éxito indiscutible entre la oligarquía local. Era el 20 de diciembre de 1998, 'día del chequista' (la Cheka fue el primer órgano de inteligencia soviético). Difícil encontrar un plan más ad hoc para esa efeméride que comer con el espía máximo del país, nieto del cocinero de Stalin y que desde niño soñaba con entrar en el KGB (lo logró en 1975). 'Cerró el restaurante para mí. Había agentes del FSB en la puerta y, en medio, una mesa en la que Putin estaba sentado', cuenta.
'Cuando le preguntaba sobre su trabajo, me decía que mejor bebiera sake. Pasado un rato, Putin me preguntó: 'Lenochka (diminutivo de Elena), ¿por qué sigues hablando de política y sólo política? ¿No prefieres simplemente tomar un trago?'. Tregúbova no tenía claro si intentaba seducirla o reclutarla para el FSB, hasta que Putin le confesó que le encantaría pasar el año nuevo con ella y no con su esposa. La estrategia del trago no era muy eficaz. Tregúbova no bebe. Tampoco fuma. Ni siquiera toma café. 'Tengo un organismo muy sensible', explica".

Aguayo, Andrés. Vanity fair, nº 1, septiembre 2008. Pp. 147 y siguientes.
Después, él, muy señor y galante, consiguió que la echaran de sus medios de comunicación, obstaculizó la gestión del asilo político en Gran Bretaña, y alguien, cuando aún vivía en Rusia, le puso una bombita en la puerta de su domicilio. Ella había cometido el error de elegir la independencia de criterio y de ser más periodista que hembra.

2 comentarios:

Ander Izagirre dijo...

Putin da escalofríos.

Anónimo dijo...

Es una vergüenza que ese "señor" tenga poder para manejar armas nucleares.

El mundo está en manos de gente como esa y así nos va.

 
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