E n 1964 un ciudadano estadounidense fue condenado a pagar una multa de 2.500 dólares por haber exhibido una película considerada pornográfica. El caso 'Jacobellis vs. Ohio' hizo historia porque la sentencia, dictada por el juez Potter Stewart, decía: «Yo no podría definir con claridad el concepto de pornografía; sin embargo, la reconozco cuando la veo».
Esta semana se ha puesto a la venta un calendario editado por los municipales de Bilbao con el fin de recaudar fondos para asistir a unas competiciones en Canadá el próximo año. En opinión de quienes han participado en el proyecto, ése no es el único objetivo. También pretenden fomentar el deporte entre los agentes del cuerpo y recaudar fondos para una oenegé aún sin concretar. Un día alguien debería investigar las razones psicológicas que llevan a ciudadanos casi de a pie a posar como si fueran mitos sexuales. Ahí estaría la cuarta razón; o acaso la primera.
En las fotos aparecen policías municipales con ropa escasa en escenarios de Bilbao. En un ejercicio de paridad que para nada se corresponde con la composición real del cuerpo, la mitad de los meses se destina a modelos masculinos y la otra mitad, a modelos femeninos. Esa paridad está muy lejos de ser cierta. La mayoría, muy mayoritaria, además, de quienes ocupan puestos como policías municipales son hombres, como en todas las policías.
Los modelos hombres aparecen en todas las fotografías con el torso desnudo, como si fueran anuncios de colonia de cualquier laboratorio europeo. Ellas, salvo el mes de abril, que viene de tanga, visten más ropa que ellos. Y ahí es donde se produce la paradoja. Nadie diría que las fotos en las que ellos son los protagonistas sean pornográficas. Sin embargo, quienes pertenecemos a la tribu del juez Potter Stewart sí sabemos reconocer el toque porno de la postura de ella en febrero, y de otra ella en agosto.
Una mujer de rodillas, con las piernas abiertas y las manos apoyadas en el suelo, evoca mucho más a una actriz de cierto tipo de cine que a una agente de la autoridad que nos puede reprender por aparcar sobre un paso de peatones.
Ya estoy oyendo las voces de quienes repiten que la suciedad no está en la obra, sino en la mirada de quien la observa. No, el problema no está en quien mira, sino en quien reproduce sin atisbo de autocrítica todos los estereotipos más casposos de los calendarios que antes colgaban en las cabinas de ciertos camiones.
El año pasado los policías locales de Pinto, localidad de Madrid, también hicieron su calendario. Lo titularon 'Con el culito al aire' y pretendían recaudar fondos con fines benéficos. Aquello fue una gansada, en la que aparecían seres humanos normales y corrientes, gente acostumbrada a ayudar a sus semejantes. No se trataba de maniquíes de alta costura ni de 'top models'. No había pretensión artística. Eran los policías locales de Pinto exhibiéndose como son con el fin de recaudar fondos para asuntos sociales. Finalmente, los destinaron a la lucha contra la violencia doméstica. No es mala idea: los de Bilbao podrían donar su dinero a alguna de las muchas asociaciones que se manifiestan contrarias a la utilización de la imagen de la mujer como reclamo.
Publicado en El Correo.
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