martes, junio 06, 2006

Radio Mil Colinas


Joseph Serugendo, miembro del consejo de Radio Televisión Libre des Milles Collines en la época del asesinato de casi un millón de tutsis, ha sido condenado a seis años de cárcel por colaborar con el linchamineto. Seis años, y eso porque se declaró culpable. Quizá lo hizo porque le han diagnósticado una enfermedad terminal y necesita tratamiento.
La masacré se perpetró en solo tres meses. 'Hotel Ruanda' es la película que lo cuenta y ésta, la foto de Serugendo.

Y justo ahora suena 'A tonga da mironga do kabuletê', cantada por Vinicius, en la que dice que en algunos países de África se usa esta expresión que tiene algo que ver con la madre de uno. Y juro que no me he inventado la coincidencia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No hace falta irse tan lejos para comprobar cómo los humanos somos capaces del linchamiento, físico a veces, moral siempre, de nuestros congéneres. Que se lo pregunten a Arcadi Espada, una persona de palabra.

José María Romera dijo...

La noticia que enlazas da a entender que las futuras condenas por la participación en el genocidio dependerán más o menos de la colaboración voluntaria de los autores y cómplices. Así que todo queda en manos de esa vaga figura llamada arrepentimiento, o de la confesión. Pero nada dice de la acción de la Justicia y sus fiscales -¿los hay en muchos países de África?-. Es decir, el típico caso en que lo que a primera vista parece una buena noticia, una vez pensada se convierte en una mala noticia.

(Para Paniagua) Lo de Espada ha sido escandaloso. Y preocupante, porque me temo que no será la última vez que ocurra. Pero también en la maldad hay grados. Yo no pondría en el mismo plano un genocidio masivo y unas agresiones callejeras, por fascistas que sean.

Anónimo dijo...

Tienes toda la razón, José María. Lo que ocurre es que alguien, en un momento precedente, antes del genocidio, de este de todos, decidió que su discurso intolerante y sectario podría ser un arma aceptable contra los demás. Como no fue suficiente aún para convencer, optaron por insultar y agredir al adversario. Luego pasaron a aniquilarle. El genocidio puede ser una cuestión de planos cuando lo observamos a distancia. Hay un genocidio moral que nos cuesta identificar si lo tenemos cerca.

Anónimo dijo...

Exactamente, Paniagua, es una cuestión de momentos. Y yo me pregunto, ¿en que momento o fase se encuentra Jimenez Losantos?

 
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