martes, noviembre 28, 2006

63



Se llamaba Concepción, tenía dos hijos, 43 años y vivía en Almensilla, provincia de Sevilla. Su ex marido sabía que había hecho eso que se llama reconstruir su vida, que tenía una nueva pareja, que estaba bien de estado de ánimo. También sabía que el sábado estaba sola porque sus hijos habían salido. Se fue hasta la casa de ella, la encontró en el dormitorio y la apuñaló. Después se fue.

Él tuvo una orden de alejamientos durante 15 días, pero al juez no debió de parecerle que el caso revistiera peligro y se la retiró.

19 comentarios:

June Fernández dijo...

Indignante.

¿Me puedes contestar a algo? ¿Cómo le puedo convencer a un amigo que se empeña en defender que no hay que separar la violencia contra las mujeres de la violencia contra los hombres? Osea, que defiende, entre otras cosas, volver a hablar de violencia de género o doméstica porque no ve que haya que hacer diferencias entre la violencia dentro de la pareja.

He intentado convencerle de lo contrario de mi maneras. A ver si tú me das un argumento más aplastante que los míos o otra manera más clara de expresarlos, porque siempre estamos con la misma discusión.

Tres "q" seguidas. Las palabras de verificación son cada vez más curiosas.

Anónimo dijo...

¿Argumento para convencer? ¿Hay algo más aplastante que las estadísticas?
La madurez viene cargada de escepticismo y de tolerancia a la frustración.
Para convencer se debe contar con una persona dispuesta a dudar de sus convicciones, a revisarlas.
Hay quien prefiere seguir en el error porque disfruta del combate dialéctico. Por lo general, me agotan esas personas.
Yo no cambiaría de amigo, pero si de contendiente.

Anónimo dijo...

Estimada Lucía, soy Esteban Rubiales, director de la Fundación Tercer Milenio.

Lo del 63 me parece una barbaridad. Ojalá no se vuelva a mover ese macabro contador.

Al margen del post, me gustaría contactar contigo, pero no encuentro tu correo electrónico en la página. Por favor, envíemelo a fundacion (arroba) iiimilenio.org.

Anónimo dijo...

Gracias por acordarte siempre de las mujeres que sufren violencia de género. Yo si creo que existe una "violencia de género" que diferencia a las mujeres. Partiendo de la base de que cualquier tipo de violencia es reprobable y debería ser castigada y perseguida, en mi opinión los hombres tienen una superioridad física que utilizan para perpetrar la llamada "violencia de género". Aunque quizá sea una visión limitada, como mujer me importa y me hiere la violencia contra las mujeres.

Ander Izagirre dijo...

Como decís, la estadística demuestra que los casos de violencia de hombres contra mujeres suponen un problemón incuestionable. De un tamaño tal como para tratarlo como un caso específico de violencia. Totalmente de acuerdo.

Pero hay una cosa que no entiendo. Aunque los casos de hombres maltratados sean muchísimo menos frecuentes, el hombre maltratado es tan víctima como la mujer maltratada. ¿Por qué creéis que en estos casos hay que distinguir por el sexo? ¿Acaso la mujer maltratadora no es tan culpable como el hombre maltratador?

Ander Izagirre dijo...

Recuerdo un razonamiento de una de las mujeres que impulsó la ley contra la violencia de género (lo del nombre de la ley da para otro post). Siento la falta de rigor, porque no guardo el nombre de aquella mujer ni sus palabras exactas. Pero leí sus argumentos en una entrevista en El País y me dejaron helado. Decía: es grave que una mujer pegue a un hombre, por supuesto, pero es más grave que un hombre pegue a una mujer porque detrás de ese acto de violencia masculina subyace una tradición de opresión contra la mujer, siglos de cultura machista... Y sostenía que eso justifica un mayor castigo legal.

A mí este razonamiento me deja con la mandíbula colgando. ¿Hace falta explicar por qué?

June Fernández dijo...

El hecho de que el hombre tenga más fuerza me parece algo con una importancia limitada. No creo que los malos tratos sean fruto de que el hombre impone su fuerza sino de que impone una dependencia emocional basada en las agresiones y humillaciones. No sé si hay estadísticas, pero supongo que los malos tratos psicológicos también se dan más de hombre a mujer que de mujer a hombre.

Lo que creo que quiere decir la mujer de la que habla Ander, o al menos lo que pienso yo, es que aún siendo igual de graves, la violencia contra el hombre es algo puntual y la violencia contra la mujer es un problema social o como quieras llamarlo. Es indiscutible que la violencia machista tiene que ver con esa tradición de opresión de la que habla. El hombre siente a la mujer como inferior, como alguien a su servicio. No ocurre eso con las mujeres.

Ander Izagirre dijo...

June, estoy de acuerdo contigo en todo pero quiero matizar un punto.

"El hombre siente a la mujer como inferior, como alguien a su servicio". Bien, eso es así en muchos casos. Y seguro que es así en todos o casi todos los casos de maltrato. (Un matiz: ante la ley la cuestión no es qué siente el hombre maltratador sino qué hace, el problema legal no es que alguien crea que las mujeres sean inferiores sino que las trate como a tales).

Esa idea de superioridad no se puede atribuir a todos los hombres, por supuesto, no creo que eso lo discuta nadie. Pero TAMPOCO puede utilizarse como argumento para agravar el castigo a ninguna persona, que es lo que defendía la señora que yo cito: como ha habido o hay una tradición machista, como muchos hombres tratan a la mujer como inferior, todos los hombres deben recibir un castigo mayor.

Esto debería ser obvio: a cada persona se le juzga por lo que ha hecho, no por lo que hicieron otras personas que coinciden con sus características.

Me parece que esta analogía es válida: si seguimos el razonamiento de la señora aquella, también muchos blancos oprimieron y maltrataron a los negros durante mucho tiempo, por lo que debería ser más grave el hecho de que un blanco pegue a un negro que al revés. Y a mí me parece que los dos deberían recibir el mismo castigo. Las injusticias no se arreglan con otra injusticia en sentido contrario, sino con justicia.

Ya casi entra en juego una cuestión personal, porque fíjate en mí: soy hombre, blanco, europeo y relativamente joven (30 tacos). El perfil perfecto del opresor histórico. Los hombres blancos europeos de 30 tacos han hecho la puñeta a medio mundo. Pero que no lo carguen en mi cuenta.

Anónimo dijo...

Ni a la mía.

Anónimo dijo...

Vaya nivelazo que tiene la gente que interviene en este mi blog. Me tenéis admirada y muy agradecida.
Preguntaba Ander:
"¿Por qué creéis que en estos casos hay que distinguir por el sexo? ¿Acaso la mujer maltratadora no es tan culpable como el hombre maltratador?".
Claro que la maltratadora es culpable, pero entra en otra categoría. La violencia contra las mujeres tiene esos ingredientes de los que habéis estado discutiendo. Es una forma de dominación mientras que otras violencias tienen su origen en la maldad.
La mujer maltratada solamente puede empezar a desembarazarse de ese hombre que dice amarla cuando empieza a no sentirse culpable del maltrato. Esa cruel culpabilidad es la que le lleva, además, a no delatar a su marido, novio o lo que sea. Y he dicho delatar: la denuncia está todavía unos pasos más allá.

June Fernández dijo...

Completamente de acuerdo con Lucía. La analogía que propone Ander sería válida si los asesinatos de negros tuvieran siempre el ingrediente racista.

Me voy a atrever a decir algo que igual es una burrada porque además no entiendo mucho de derecho. Un asesinato terrorista se castiga más que otros tipos de asesinatos, ¿no? O sea que además del hecho se tienen en cuenta otras consideraciones. Por lo que me parece lógico que se castigue más un tipo de crimen que se está convirtiendo ya en genocidio en todos los países. Más de 60 mujeres muertas en un año creo que son suficientes como para tratar esos asesinatos con mayor dureza.

En cuanto a lo de que no lo carguen en tu cuenta, entiendo lo que dices pero no estoy del todo de acuerdo. Creo que el ser blancos y europeos nos tiene que servir para ser conscientes del sufrimiento que en siglos anteriores han causado nuestras gentes y ser especialmente solidarios con la situación de las personas de otras razas y regiones. De la misma manera, creo que los hombres tenéis que concienciaros del problema que ha supuesto el dominio del hombre durante siglos para hacer un trabajo activo a favor de la lucha feminista. Que la mayoría de los hombres crean que el feminismo es el equivalente del machismo, que muchos ridiculicen el lenguaje no sexista, sigan considerando divertidos los chistes machistas y un largo etcétera no ayuda nada así que creo que todos los hombres tienen que contribuir a erradicar el menosprecio a las mujeres.

Ander Izagirre dijo...

Respiro hondo y arranco.

Dice Lucía: “[La violencia contra las mujeres] es una forma de dominación mientras que otras violencias tienen su origen en la maldad”. No entiendo esta distinción. ¿La “violencia que tiene su origen en la maldad” no es dominadora? ¿La violencia sólo es dominación cuando la ejerce el hombre?

No entiendo ese empeño en diferenciar los delitos en función de quién los haya cometido. Me parece tremendamente injusto, va en contra de una idea básica de la democracia: cada persona tiene, junto con la libertad, la responsabilidad de sus actos. Y se le juzgará por esa responsabilidad in-di-vi-du-al. No se le juzgará por ser negro o blanco, hombre o mujer, pobre o millonario. La persona que pega debe ser castigada, sea quien sea. Si hay agravantes como la dominación, deben ser igual de agravantes en todos los casos, sea quien sea el delincuente. Si en el 99% de los casos es hombre, que reciba el castigo que merezca. Si las mujeres maltratadoras sólo son el 1%, que les caiga el mismo castigo. ¿Por qué no?

Pertenecer a una banda terrorista (por referirme al argumento de June) es un agravante que a mí me parece muy razonable. Me parecería un agravante muy razonable que un hombre maltratador se hubiera dedicado a enaltecer el machismo y la violencia contra las mujeres, o que hubiera organizado un grupo en defensa de los malos tratos. Bien, que se le aplique el agravante. Pero no se puede aplicar un agravante por defecto a todos los hombres. Eso es lo que defendía aquella señora, eso es lo que creo que no os parece tan descabellado, y eso es lo que a mí me deja con la mandíbula colgando.

También me parece importante tener mucho más cuidado con las palabras, especialmente entre periodistas. Si llamamos terrorismo ecológico a la quema de bosques, terrorismo cultural a la venta de discos pirateados y terrorismo laboral a los accidentes de trabajo, el término se convierte en un comodín que sirve para todo y al final no dice nada. Un genocidio es una matanza sistemática, organizada. Los asesinatos de mujeres son preocupantemente numerosos y terribles, pero no son un genocidio. No llamarles genocidio no le resta ni un gramo de gravedad a los hechos. Pero ayuda a no distorsionar la realidad.

Por último, y sin acritud, me cansa ese lamento de “qué malos somos los blancos europeos”. He viajado con algunas personas que veían a aborígenes australianos, a navajos, a beduinos, a indios patagónicos, a somalíes, y empezaban a flagelarse con mucho aspaviento. Qué malos somos los europeos y toda la retahíla. Luego, una vez aliviado el peso histórico, se iban a tomar un café, se olvidaban del asunto y seguían viviendo igual. Ni siquiera se acercaban a hablar con el aborigen australiano: ya tenían la idea clara de que ese hombre era un desdichado, no les hacía falta saber nada más.

La indignación moral queda muy bien pero no sirve para nada. Soy muy pero que muy consciente de que vivo en un país de primerísima división mundial, con privilegios inverosímiles para la mayoría de la gente del planeta. He tenido la suerte (y el susto) de conocer de cerca algunas zonas miserables del mundo. Muchas de ellas, arruinadas por la codicia de los europeos blancos. Pero es muy fácil lamentarse por culpas que no nos corresponden, es fácil disolverlo todo en responsabilidades colectivas: no obligan a nada, no hay que mojarse.
Seguro que mi modo de vida podría ser mucho más solidario (este concepto daría para otro megapost). Procuro asumir mi responsabilidad y procuro hacer lo que puedo, con lo que yo sé hacer. Un reportaje de Zigor sobre cómo viven los habitantes de los barrios basurero de las ciudades indias sirve mucho más que mil lamentos y flagelaciones. Yo he tratado y trataré de hacer algo parecido, pero, repito, el responsable de las masacres del Congo fue el rey Leopoldo, no yo.

No nos escaqueemos de la libertad y la responsabilidad individual. No me valen los lamentos de quienes echan la culpa de todo a la sociedad (o a la universidad –como en un post anterior- o al ente que sea): tenemos un margen de libertad individual. Y junto con la libertad tenemos la responsabilidad de nuestros actos. No me valen las culpas colectivas.

(¡Uf!)

Anónimo dijo...

¿Te vale diferenciarlos en función de las circunstancias en que se han cometido?
Si tu respuesta no fuera afirmativa tendrías que haber manifestado antes las quejas: porque llevamos una veintena de mujeres de recuento.
Si nos empeñamos en que todos los delitos son iguales, nunca podremos intentar atajarlos. Sería inútil hacer una campaña para evitar que la gente conduzca bebida, o intentar fomentar las denuncias de acoso sexual, acoso en el trabajo o acoso escolar.
Hay una diferencia entre que una mujer sea asesinada por su pareja o le peguen un navajazo en un atraco. Y las muertes que se producen en esas circunstancias son sumables, ya lo creo que son sumables.
Y hay violencias que no son dominadoras, sencillamente son letales.

Ander Izagirre dijo...

Claro que sí, Lucía, claro que hay que tener en cuenta las circunstancias. Claro que es distinto que a una mujer la asesine su pareja o un atracador. Claro que no todos los delitos son iguales.

Ya creo que me repito demasiado, lo siento, pero voy a intentar explicarme en un solo golpe y ya me callo: los casos de maltrato deben juzgarse como un caso específico con unos agravantes específicos -¡todos de acuerdo!-, pero no es más grave que el maltrato lo cometa un hombre que una mujer (aunque estos casos sean rarísimos, la frecuencia no tiene que ver con la gravedad). El mismo trato legal para todos los maltratadores: sólo es eso. (¡Y la famosa señora aquella decía que no, que cuando lo hace una mujer no es tan grave!).

Anónimo dijo...

Bueno, vale, de acuerdo

Ander Izagirre dijo...

Vaya, qué pena ;-)

June Fernández dijo...

Jaja, ¿en serio os habéis puesto de acuerdo? Pues dejo el tema, que ya vale por esta vez.

Sólo quería aclarar algo. Cuando me refería a ser conscientes de la responsabilidad histórica no hablaba de lamentarnos. Por supuesto que el reportaje de Zigor es valioso, y Los sótanos del mundo también lo es y además lo evidencia. Creo recordar que una de las cuestiones sobre las que me hizo reflexionar el libro es que en comunidades de zonas tan alejadas del mundo, sus habitantes presentaban los mismos síntomas (apatía, alcoholismo...)

A lo que yo me refería es que un hombre cualquiera, pongamos que albañil, debería de ser consciente del sufrimiento que han causado sus antecesores y no sentirse culpable ni responsable pero sí esforzarse al máximo por no cometer los mismos errores. Pero vamos, igual es que no sé explicarme.

Por cierto, aceptada la crítica sobre lo del genocidio. Si alguien me dice cuál es la palabra correcta para ello lo agradeceré.

Zigor Aldama dijo...

Por hacer bulto. Estoy con Ander de pe a pa.

Y gracias por el comentario del reportaje.

Anónimo dijo...

Ander, estoy de acuerdo contigo.
Aunque parece acabada la discusión, me gustaría añadir unos datos para que Lucía pueda escribir también de los hombres que van muriendo, desgraciadamente, a manos de sus parejas. Lo malo es que en muchos casos no podría hacerlo aunque quisiera, porque ,normalmente, no aparecen en prensa ni en televisión.

Datos del Ministerio del Interior. Anual Estadístico del 2005.

http://www.mir.es/MIR/Publicaciones/catalogo/anuarios/anuarios05/anuario2005.pdf

En los apartados II.1.5.5.21 y II.1.5.5.22 se muestran los datos de las Víctimas de malos tratos (ámbito familiar por un lado y por cónyuge por otro lado)

Hombres muertos a manos de sus parejas (cónyuge o similar): 15
Mujeres: 53

Haciendo unos pequeños cálculos, vemos también que el 15,64% de las víctimas de malos tratos en el entorno familiar fueron hombres y el 23,25% de las víctimas de malos tratos a causa de su cónyuge o similar fueron también hombres.

El 23,25% !!
Prácticamente 1/4 parte. No es un 3% ni un 5% como se dice a veces, cuando se lanza una cifra a boleo para indicar que el nº de víctimas hombres es mucho más pequeño que el de mujeres... Es un 23,25%. Me parece una cifra increíblemente alta en relación a la sensación que se da desde los medios de comunicación, ¿no lo crees? Debemos preguntarnos, ¿por qué?

No hacemos ningún favor a la sociedad ocultando o autocensurándonos cuando la maltratadora es una mujer, ni siquiera justificándola con argumentos históricoso o biológicos. Esas mujeres necesitan ayuda, y por supuesto también un castigo, y que no sea rebajado por ninguna ley sexista que las discrimine positivamente.
Saludos a todos!

 
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