Entre mujeres
Begoña Vicario/Realizadora de animación«El patito feo del cine son las películas que no se estrenan»
En realidad, ella quería estudiar ruso antes de que el cerebro se le oxidara. Dio con un profesor que le puso en contacto con una pareja rusa de turismo en el País Vasco; ambos estaban profesionalmente vinculados a la realización de cine de animación. «Son cosas que suceden en la vida. Estoy haciendo una cosa y esa cosa me lleva a otra que es la que de verdad yo quería hacer». Así explica Begoña Vicario cómo recuperó su anhelo de hacer cine.
-De vez en cuando, el azar acierta.
-Ya lo creo. Al volver de Rusia de hacer aquel curso aquí había otro organizado.
-¿Idéntico?
-Para mí fue enriquecedor poder comparar. En Moscú todos los principios de animación se basan en la química y la física. Son figuras sólidas que interactúan en un paisaje, con el viento, el agua, un tronco que flota... Son ejercicios muy abstractos. Y hasta el sexto ejercicio no se comienza con la animación.
-¿Y aquí?
-Se empieza directamente con el diseño de un personaje. Todo parte de él: se le coloca en un columpio, levanta peso, corre...
-¿De dónde parten esas dos concepciones tan distintas?
-Aquí primamos la narratividad. La gente ha asumido que el cine es para eso, mientras que en el Este usan imágenes metafóricas. Las películas son de efectos visuales. La animación allí son formas que se mueven en el espacio.
-¿No hacen cine comercial?
-Se están occidentalizando, pero han tenido un cine comercial, el que nos ponían en el UHF, y que hacían con hilos, botones y cosas raras. No está tan centrado en lo que sucede a los seres humanos.
-¿Cómo se consigue la animación?
-Es una consecución de imágenes, como en el cine.
-En el cine se parte de una secuencia de movimiento. ¿Lo de ustedes son fotografías enlazadas?
-Sí, se fotografía cada imagen dos veces, pero finalmente son 24 imágenes por segundo, como en el cine. Cada vez que cambia una imagen, se quitan las manos y se dispara.
-¿No es un aburrimiento tener que hacer tantas fotos?
-Claro, si antes de hacer el corto nos ponemos a pensar la cantidad de fotos que necesitamos, nos daría algo. Son miles de fotos por delante. Yo no lo haría.
Sigue aquí.
La foto es de Bernardo Corral.
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