No me quedan flores. Leo en El País que hoy ha sido un día aciago, que cuatro mujeres han sido asesinadas por los hombres a quienes creyeron amar: Laura, de 22 años, tres puñaladas en el pecho; M. G. S. V., de 44 años, un tiro; sin nombre, 54 años, varias puñaladas; M. J. M. C., de 54 años, varios tiros de escopeta.
Larga cárcel a Néstor Wilfredo, a A. V. A. y a un tercero cuyo nombre no se cita. Y a ese que se ha matado después, un infierno de las mismas dimensiones que el que se empeñó en construir durante toda su vida.
Iban 10. Ya son 14.
La foto es de un almendro.
3 comentarios:
Ya no nos quedan flores ni apenas palabras, yo al menos, para expresar tanta impotencia e indignación. Impotencia por no encontrar la manera de parar esta lacra, de que no haya fórmulas mágicas sino medidas a largo plazo que no evitarán cientos de muertes.
Indignación, porque la violencia machista se sigue tratando a menudo como un suceso más; un amplio sector de la población cuestiona su esencia machista; los candidatos a gobernar el país apenas le dedican tiempo en los debates y programas políticos; las inmigrantes irregulares son detenidas cuando intentan denunciar; se sigue hablando de crímenes pasionales... Ayyyyyy.
Empiezo a pensar que esto no tiene remedio. Ya no sé si es un problema de educación o simplemente de maldad.
Si fuera un problema de maldad, habría un número similar de asesinados a manos de sus mujeres.
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