viernes, junio 08, 2007

Ander Izagirre repite en la sala


Ander Izagirre ha escrito para la Sala de invitados lo que yo habría querido escribir, aunque el resultado habría sido bien distinto. Al leer lo que nos manda sobre Manu Leguineche, he llegado a la conclusión de que prefiero que lo haya escrito él porque sus reflexiones llegan mucho más allá de lo que yo habría llegado. Y si no, leedlo:


En un comentario anterior, Eva pregunta por los motivos de mi admiración por Manu Leguineche.
Como cualquiera que haya leído sus reportajes y sus libros, yo sabía que Leguineche es un gran reportero. No argumento esta afirmación con detalle porque se trata de la faceta más evidente y porque en realidad me interesa subrayar otra cosa.
Entre los periodistas que se mueven por el mundo (en tiempos de guerra o en tiempos de paz) hay muchos reporteros brillantes. Pero me llama la atención un detalle. Los grandes maestros (como Leguineche y Kapuściński, por ejemplo) tienen la rara habilidad de escribir en primera persona y a la vez poner el foco en las personas y las historias que tienen alrededor. Saben contar sus propias andanzas para bajar al lector a pie de tierra, envolverlo en olores, calores y polvaredas, pero en lugar de deslizarse por la cuestita del ombligo nos cuentan el mundo.
Sin conocer a Leguineche más que por sus textos y por las pocas horas del otro día, creo que en el fondo el asunto es muy sencillo: es muy buen periodista porque es muy buen tipo. De esto me han convencido sus dos libros-collage (La felicidad de la tierra y El club de los faltos de cariño –creo que casi todos coincidimos en criticar este título :- )). En esos libros recoge recuerdos de toda su carrera y su biografía, escenas de su vida en Brihuega, pequeños retratos, reflexiones, apuntes al vuelo. Me admira que un hombre que ha vivido tantas guerras y tantas historias tremendas sea capaz, a los sesenta y pico años, de acercarse con tanta ternura y con una ironía tan bondadosa a las historias minúsculas de la vida. Y me he convencido de que Leguineche ha contado así de bien las guerras porque es capaz de contar así de bien las andanzas de su gata Muki o las partidas de mus con los paisanos: sin cinismo, sin dar sermones, sin vender motos, sin colgarse medallas.
En la sobremesa del otro día, a Leguineche le cayó encima una catarata de halagos. Se emocionó con las cartas de los escritores y periodistas amigos, con los regalos, con las llamadas. Pero hubo un momento de sobredosis de alabanzas, un poco de empalago -cuánto te queremos todos, qué gran trabajo has hecho, qué lecciones de periodismo nos has dado, eres una referencia para todos- y Leguineche sacudió las moscas así: “Yo lo único que he hecho ha sido trabajar, lo demás os lo habéis imaginado vosotros”.
Dice nuestro amigo Antonio –al ver una foto que le envié de Leguineche- que sigue creyéndose eso de que la cara es el espejo del alma.


La foto la hizo Ander; las rosas las hace cada año Jesús, el jardinero.

6 comentarios:

Álvaro dijo...

Hola a todos:

¿Qué puede tener una persona para que tanta gente interesante ("Interflora", jeje) hable tan bien de ella? Ignorante de mí que no conocía a Manu Leguineche. Después de leer todo esto, tengo ganas de ir a abrazarle. "Da ejemplo", dice Ander. Qué díficil es decir eso de alguien hoy en día. Lo normal es que se den consejos baratos y que, ni los mentores, llevan a cabo. Manu, por lo que he podido apreciar, es de esas personas que no tiene que dar sermones para enseñar nada.
Espero poder conocerle algún día, aunque tengo la sensación de que ya lo conozco.
Estoy en busca de algún libro suyo...

Un saludo a todos.

Anónimo dijo...

No es el primer homenaje que leo aquí a Leguineche y todos ellos desbordan admiración. Habrá que leer alguno de sus libros. ¿Cuál recomiendan?

alvarhillo dijo...

Recuerdo hace años, en RNE una larga entrevista con Manu Leguineche en la que relató su periplo periodístico desde que se fué con dieciocho años a cubrir la guerra de Vietnam con unos periodistas americanos y me pareció alguien fascinante. No solo por lo que contaba si no por como lo contaba y el entusiasmo casi suicida que le ponía a su profesión. No le conozco personalmente pero gracias por mostrarme la faceta más intima de este periodista inprescindible.

Ander Izagirre dijo...

Jose, los dos libros que he citado me parecen una delicia pero son muy particulares. Son libros escritos al final de una vida y una carrera.

No conozco tus gustos ni tus intereses, pero te recomendaría que ojearas los libros que pudieras (casi todos son difíciles de encontrar), que echaras un vistazo a sus libros históricos y periodísticos, a sus crónicas y reportajes (Los topos, Madre Volga, Yo te diré, Annual 1921, Gibraltar... -yo no los he leído todos-).

Hay un libro al que yo tengo un cariño especial: "El camino más corto", el relato de la vuelta al mundo que dio cuando tenía 24 años. No sé si será el de mayor valor literario o periodístico, quizá no, pero estoy seguro de que ese libro ha excitado a muchos jóvenes que querían viajar y contarlo, viajar y hacer periodismo. Es un libro con el que Leguineche se habrá ganado la enemistad de unas cuantas madres, seguro.

eVa dijo...

Gracias, Ander, por tus palabras. A mí si me conoces, así que... ¿Qué libro me recomiendas?
Un beso,
eVa

Anónimo dijo...

No sé si al final conseguiré dejar mi mensaje. Siempre me lío y acabo por claudicar a las exigencias de la dichosa máquina esta. Quería decir que me entusiasman las intervenciones de este blog. Pocas personas como Lucía saben escoger los temas para que salga lo mejor de los que quieren decir algo. Un hurra por ella. Admiro su tenacidad, además de otras cosas, pero sobre todo esa virtud que tiene de humanizarlo todo, de convertir los temas en ingredientes que engrandecen el alma. Por ejemplo, el cariño y la curiosidad que ha sabido despertar entre los jóvenes colegas por la figura y la obra de Manu Leguineche. Es de periodistas como él, de quien tenemos que alimentar esta profesión, no de otros. Gracias, Lucía.

 
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