Las cosas no están claras. El Correo habla, incluso, de muerte por compasión. Fue ayer en Alicante. Ella se llamaba Ángeles, él José Vicente; ella tenía 74 años y él uno más; ella había sufrido tantos ataques que se encontraba impedida, inmóvil y él sufría esquizofrenia; ambos vivían en una residencia. Sus vecinos de pasillo dicen que él se desvivía por ella. Acaso sea cierto, acaso la mató para que dejara de sufrir pero... engrosa las estadísticas.
martes, octubre 17, 2006
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Las cosas no están claras. El Correo habla, incluso, de muerte por compasión. Fue ayer en Alicante. Ella se llamaba Ángeles, él José Vicente; ella tenía 74 años y él uno más; ella había sufrido tantos ataques que se encontraba impedida, inmóvil y él sufría esquizofrenia; ambos vivían en una residencia. Sus vecinos de pasillo dicen que él se desvivía por ella. Acaso sea cierto, acaso la mató para que dejara de sufrir pero... engrosa las estadísticas.
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20 comentarios:
Pero, Lucía, ¡¡Y este cambio!! De repente, los vecinos tienen autoridad para hablar de la pareja y matar a otra persona se relativiza...
No te sigo.
Esto me suena al final de "¿Acaso no matan a los caballos?", de McCoy:
-¿Por qué la has matado?-preguntó el policía que estaba sentado junto a mí.
- Ella me lo pidió.
- ¿Lo has oído, Ben?
-Es un chico muy servicial-dijo Ben por encima de su espalda.
-¿Ese es el único motivo que tenías?-preguntó el policía.
-¿Acaso no matan a los caballos?-respondí.
Estoy de acuerdo con Nahum, me ha sorprendido este post. Pero me parece que demuestra que Lucía no se limita a contabilizar víctimas, sino que también, como buena periodista, se acerca a cada caso. Y este parece atípico: una impedida y un esquizofrénico. Sin duda, no es otro más.
Además, aunque sea precipitado decirlo porque en este caso no está claro, estoy a favor de la eutanasia.
Creo que estamos acercándonos a una de las madres del cordero.
Si ofrecemos el contexto del asesinato, ¿cuándo estamos explicándolo correctamente y cuándo caemos en una especie de justificación sutil? Uno de los asesinos de hace pocos días también padecía problemas psiquiátricos. Parece un elemento fundamental para explicar bien la noticia. Pero la clave es distinguir entre las razones de un asesino y darle la razón al asesino. El periodista no puede patinar ahí.
¡Zigor, este caso no es una eutanasia ni en Holanda...! Es un asesinato. Puede tener sus atenuantes pero, como dice Ander, en otros casos también hay desequilibrios emocionales graves y no los justificamos. Seguimos llamándolo asesinato.
Y no es eutanasia porque un esquizofrénico no es precisamente la persona más indicada para administrar la cicuta. En este caso, un cuchillo. ¿Quién demonios se ha creído él para disponer alegremente de la vida de su esposa? ¿No es la sublimación del "solo mía" de tantos maltratadores? ¿Expresó acaso la mujer su deseo de que la acuchillaran?
Vale, vaaaale, compañeros. ¡Cómo os ponéis! Ya he dicho que no creo que fuera una eutanasia, quizá no he utilizado el término más propio, ni tenía la más mínima intención de justificar un asesinato...
De todas formas, Ander, creo necesario siempre ofrecer el contexto de cualquier acto, violento o no. Como periodista, no sólo me interesan los hechos, sino el porqué suceden. Diría más, me parecen más interesantes que el hecho en sí. Si nos quedamos en la superficie sólo llegaremos a una concepción simplista del mundo, al estilo Bush y de su 'eje del mal'. Corea del Norte prueba una bomba nuclear. Solución = matar, matar, matar. Pero ¿por qué lo hace?
Vale, me estoy desviando del tema. En la violencia de género no caben las medias tintas ni los razonamientos. Pero no creo que contextualizar el asunto suponga justificar sutilmente el hecho.
Ah, y perdonad que haya llevado el tema a mi terreno.
Zigor, creo que me has leído mal o me he expresado mal.
Por supuestísimo que se debe ofrecer el contexto de la manera más completa posible para entender mejor la noticia. Yo reflexionaba sobre la manera en que se debe dar ese contexto, sobre el peligro de convertir las razones del asesino en justificaciones del crimen.
No veo por qué el hecho de singularizar cada caso pueda conducir a su justificación. Al contrario: me parece que el saco común de la "violencia doméstica" o de la "violencia de género" está llevando a mostrar a los asesinos como una especie de clónicos movidos por cierta fatalidad. Contagiados del virus del machismo o algo así. O sea, menos responsables de sus actos.
Por muy extendido que esté el fenómeno, por mucho que se pueda conceptuar como una plaga en la que muchos sucesos parecen calcados unos de otros, siempre hay que mirar las circunstancias específicas. Claro, así quien busque atenuantes los hallará. Pero también pasará al revés: que los agravantes, los extremos más monstruosos y sanguinarios se harán visibles en vez de quedarse en una cifra más para las estadísticas. Vaya lo uno por lo otro.
Los casos de asesinato de mujeres ancianas a manos de hombres viejos son especialmente tremendos. Sin duda tan crímenes como los demás. Pero en medio de esa tragedia aparecen elementos muy complejos: desamparo, deterioro mental o físico, miedo a la pérdida, lástima, abandono. Los viejos son menos violentos que los jóvenes, por la sencilla razón de que producen menos testosterona. Si matan no es tanto debido a la agresividad como a consecuencia de otros impulsos. Y eso hay que estudiarlo a fondo para tomar medidas de política asistencial y preventiva adecuadas. Claro, nos resulta más cómodo ponernos en plan correcto y decir que son unos criminales abominables. Vale, ¿tranquilas las conciencias? Pues eso es lo importante. Aunque no entendamos nada de lo que pasa, ha quedado claro que llevamos la pancarta en la manifestación.
Cuando he leído la alusión de Zigor a la eutanasia lo he entendido de la siguiente manera (que comparto): en el caso de que fuera cierto que la mujer sufría un dolor que le hacía desear la muerte, si la eutanasia estuviera regulada en nuestro país el marido no hubiera intervenido en su muerte. Pero vamos, yo tampoco estoy segura de que sea el caso.
No tengo una opinión clara sobre si conviene contextualizar. He escuchado vuestros argumentos y todos me convencen en parte. A mí personalmente no me interesan los casos uno a uno sino (jeje, me iba a salir otra vez eso de "fenómeno social") el problema en su conjunto. El machismo no es un virus contagioso sino una idea del mundo y de las relaciones personales que se nos sigue inculcando desde que nacemos, a menudo incluso de manera inconsciente.
En cuanto a los vecinos, siempre tienden a suavizar las cosas: "uy, pues parecían felices", "nunca se les oía discutir", "él era un excelente vecino"...
Os planteo algo que no tengo nada claro: ¿acaso cuando los asesinos son de otro tipo (terroristas, delincuentes, etc.) se intenta comprender porqué el asesino ha cometido esa atrocidad?
Sr. Romera, no creo que se trate de tranquilizar conciencias ni enarbolar pancartas.
Se trata de buscar el equilibrio entre lo que usted dice (mirar las circunstancias específicas) y los hechos acaecidos (un asesinato). Y hablo de buscar el equilibrio porque en ese buscar las circunstancias específicas, los periodistas podemos caer en "convertir las razones del asesino en justificaciones del crimen", como explica Ander.
Hace tiempo, en uno de estos asesinatos pasionales, leía que el tipo que le había rebanado el cuello a su esposa provenía de una familia desestructurada, padre alcohólico, maltratos familiares y demás cuadro dickensiano. Tal y como se explicaba (las circunstancias específicas), parecía inevitable que ese tipo tenía que matar a su esposa, tarde o temprano. Determinismo puro.
Estoy de acuerdo con usted, Sr. Romera, hemos de atender a las circunstancias específicas, pero no para indultar (ni siquiera parcialmente) el crimen. Eso es lo que yo le intentaba decir a Zigor; creo que Ander también iba por ahí.
Perdón, no te había leído, June. A los terroristas se les intenta comprender muy a menudo.
¡Cuántas veces se ha justificado el tiro en la nuca por la existencia de un conflicto político! ¡Como si no hubiera otros medios para dirimirlos!
No quisiera resultar provocativo, pero cuando se habla de estos temas llama mucho la atención lo preocupados que se muestran los intervinientes en que "no se les entienda mal", en dejar claro que sus opiniones están sustentadas en la más rigurosa ortodoxia. ¿No sería mejor preocuparse antes por "entender el problema"? Tal vez llegásemos a conclusiones semejantes, pero habríamos recorrido el camino con más valentía que si lo hiciéramos montados en los prejuicios.
Hoy mismo ha presentado Enrique Echeburúa un estudio basado en el retrato y el tratamiento psicológico de 138 condenados por maltrato a mujeres. Tengo razones para asegurar que es un trabajo digno de lectura, y que va a servir para dar algún que otro paso adelante. Pero para llegar a unas conclusiones válidas el psicólogo ha tenido que individualizar uno a uno todos esos casos. Otra cosa es que en el estudio se observen constantes casi miméticas entre unos y otros (aunque parece ser que no hay un "perfil" de maltratador), o que queden reafirmadas algunas de las alarmas ya conocidas. No creo que Echeburúa pueda ser considerado sospechoso de justificar a los maltratadores por el hecho de estudiar su comportamiento uno a uno.
En fin, que convendría no caer en la falacia de confundir el verbo "entender" con el verbo "justificar". Yo, a veces, cuanto más entiendo ciertas cosas menos justificaciones les encuentro.
Corrijo: donde escribo "provocativo" quise decir, claro, "provocador". A estas alturas...
Y el estudio de Echeburúa no es de hoy, sino que se dio a conocer hace unos pocos días.
Disculpas.
Ese estudio parece muy interesante. Y, desde luego, el rigor y la estricta atención a los hechos ayudarán mucho más a resolver o atenuar este problema que las indignaciones morales y esas acusaciones tan genéricas ("la culpa de es de la sociedad", o, como gusta tanto decir, "de la sociedad en la que vivimos" y "de la sociedad de hoy en día").
Ya lo decía Siniestro Total: "Que sociedad no hay más que una / y a ti te encontré en la calle".
June: No podemos olvidar que los 'fenómenos sociales' están compuestos por casos individuales que pueden tener puntos en común, pero que no forman una masa homogenea. Es cierto que pienso que el ser humano necesita generalizar para darle sentido a todo lo que le rodea, pero estoy de acuerdo con el Sr. Romera (¿por qué lo de señor?) en que hay que detenerse en los detalles que hacen de cada caso uno único. Lo mismo sucede con los terroristas, aunque se trata de un apelativo que no me gusta utilizar porque algunos de aquellos que Bush considera terroristas no lo son para mí. Y a él sí que lo metería en ese saco.
En cualquier caso, considero necesario, y más aún para nosotros los periodistas, indagar a fondo cualquier cuestión para tratar de comprenderla y así transmitirla con mayor fidelidad.
Eso es, Zigor: ¿por qué lo de "señor"? Hay cortesías que son como una patada en salva sea la parte. Apéenme el tratamiento, por el amor de Dios :-)
Vamos a ver, Sr. Romera (y señores/as Aldama, Izagirre y Fernández; gracias Zigor por hacerme consciente de mi descortesía): es lógico que queramos que se nos entienda, precisamente porque apreciamos a nuestro interlocutor. Para eso estamos en este foro. Y de ahí el esfuerzo por "hacernos entender" según nuestras intenciones. Que verbalizar el pensamiento a veces no es tarea fácil. Así pues, no creo que se trate de basarse en la ortodoxia. Yo, al menos, no tengo ni idea de cuál es la ortodoxia en estos temas de maltratos. Sé lo que pienso (y sé lo que voy aprendiendo en parte gracias a foros como éste y "contrincantes" como ustedes).
Si la ortodoxia se identifica con lo políticamente correcto, me siento bastante alejado de ello, así, en general.
He leído a Echeburúa en cuestiones relacionadas con víctimas del terrorismo en España y, desde luego, me parece un tipo brillante. Su estudio asegura rigor y profundidad.
Lo único que quiero es alertar de los peligros periodísticos de la empatía hacia el agresor (un riesgo muy posible al "entender" cada caso). Y en el periodismo, contaminados por la imposible neutralidad, somos muy dados a buscar "las razones de las dos partes", a entenderlas, en definitiva. Víctima y verdugo, tendrán sus razones. En ese caso estaríamos cayendo posiblemente en una justificación sutil (¡sutil, insisto!) de lo ocurrido, del tipo "como su padre era alcohólico y su madre le pegaba es lógico que el pobrecito acabe dando garrotazos a su esposa" o "como la esposa le ponía los cuernos cada viernes". Pues no. El determinismo elude la responsabilidad de la persona y, por tanto, le está eximiendo moralmente.
Si se fijan, algo similar ha ocurrido con las víctimas del terrorismo etarra y la prensa. En la primera transición, donde los asesinados viajaban a la tumba en breves (Espada dixit), aún se informaba desde los agresores: se trataban de entender sus razones. Y se les justificaba cargando la culpa sobre la víctima ("en el pueblo se le acusaba de ser un confidente de la policía").
Hay que tratar de que la prensa, dada su enorme influencia social, no caiga en aquellos errores y sepa deslegitimar claramente también los discursos que puedan justificar los asesinatos domésticos, de género o cómo se denominen.
Amén.
Con voz temblorosa de nonagenario:
¿Y Lucía? ¿Qué dice de todo esto?
Jajaja. Muy bueno, Ander. Ya me dijo Lucía que le gustaba dejarnos sueltos en sus dominios para vernos. No olvidemos que es la Diosa blocnotera que todo lo ve aunque nada diga.
He estado metida en una cueva de trabajo de la que he salido hoy. Ninguna intención aviesa había en mi ausencia.
Voy al caso a pesar de que esas otras reflexiones (la eutanasia, el terrorismo…) me han parecido muy interesantes. El caso es que a pesar de la gran diversidad de opiniones, me convencéis todos, cada uno en su cosa. Yo la mayor parte de las veces tengo dudas enormes, abismales, y lo prefiero a la tranquilidad de ánimo que supongo trae la seguridad en las ideas.
Éste es un caso que me inunda de interrogaciones. Me habría encantado poder ir allí, a aquel geriátrico, y hacer las investigaciones de qué sucedió y cómo; me gustaría acceder al informe policial y tener datos como para escribir ‘A sangre fría’. Creo que no va a poder ser. Pero en la nota periodística vi un elemento que no era igual a los comentarios de los vecinos que ya hemos tratado en asesinatos anteriores. Quizá era por la edad, quizá porque las enfermeras decían que se desvivía por él. Quizá me trajo esa mirada de profundo y largo amor que me ha fascinado alguna vez en los ancianos. Y me lo creí. Es decir, creo posible que un anciano se desviva por su compañera de toda la vida. No tuve en cuenta que él sufría esquizofrenia, no tenía por qué ser obra de un loco.
Ahora, después de leer todos vuestros comentarios, de todo lo que me habéis hecho pensar, sigo con inmensas dudas.
No sabemos qué pasó. Pero sabemos que el suicidio adopta muy diversas formas: algunos pasan por accidentes de tráfico, en otros casos se necesita asistencia para llevarlos a cabo. ¿Qué es una conjetura muy atrevida? Ya lo creo, pero queda entre nosotros, no va a desviar a los investigadores de hallar la verdad. Y corro a ponerme el casco.
La pregunta del último párrafo era: ¿Que es una conjetura muy atrevida?
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