
Las sociedades pueden verse en dos situaciones que no son nada envidiables: la de que los medios de comunicación saquen a la luz cuestiones en las que sus dirigentes salen muy mal parados por haber tomado decisiones equivocadas, por haber promovido auténticos desatinos; y otra aún peor, que conocido el error, o la injusticia, persistan en ella sin dar un paso atrás.
A principios de marzo algunos diarios salieron con la noticia de que en la web de EITB podía encontrarse un juego sobre los sanfermines. La gracia consiste en ir obteniendo puntos a base de arrollar a distintos corredores. También se pueden perder por otras circunstancias, por ejemplo, al jugador le quitan 100 puntos por cornear a un euskaldun (vascohablante). Y, además, en las instrucciones se añade que “no es suficiente castigo”. Si los corredores atropellados no son euskaldunes, se ganan puntos. Y ya está todo claro.
Hace casi un mes que se ha denunciado públicamente el atropello y el juego ahí sigue, en el web de la radiotelevisión pública vasca. Yo me imagino a Andoni Ortúzar, director de la cosa, leyendo las noticias y pensando que ya se pasará todo, y que el juego debe seguir ahí para que quien quiera pueda disfrutar de atropellar a quienes no hablan euskera.
Hay más cosas reprochables en semenjante invento: todas las figuras son masculinas. Lo que pasa, y pasa muy a menudo, es que cuando no se respetan las normas básicas, como que las lenguas no han de ser usadas ni como armas ni como instrumentos ideológicos, nos alejamos de la igualdad, de la de todos los seres humanos.